El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) insta a los Gobiernos a tomar medidas urgentes para eliminar todas las armas nucleares. Realiza este llamamiento antes de una conferencia crucial que tendrá lugar a fines de mes en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York, en la que se examinarán los avances para detener la proliferación de las armas nucleares y eliminarlas de los arsenales existentes.
 
El 23 de diciembre de 2016, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la resolución 71/258, por la que “se convoca una Conferencia para negociar un instrumento jurídicamente vinculante para prohibir las armas nucleares, con miras a su total eliminación”. La resolución contó con el respaldo de 113 países, 35 votaron en contra y 13 se abstuvieron. La conferencia diplomática se inició la última semana de marzo del 2017. El pasado 15 de junio se inició una nueva ronda de negociaciones que se prolongará hasta el 7 de julio de 2017.
 
El Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja ha instado a los Estados a velar porque nunca más se empleen armas nucleares, así como a prohibir su uso y eliminarlas por completo mediante un acuerdo internacional.
 
Es el momento de aunar esfuerzos para eliminar las armas nucleares. Su uso provocaría efectos devastadores sobre la salud, la agricultura, los recursos naturales y la situación demográfica de las zonas afectadas. Es imposible limitar su poder de destrucción en el espacio o en el tiempo y un ¿arma ciega? que vulnera, por su naturaleza, las normas básicas y principios fundamentales del Derecho Internacional Humanitario. Las armas nucleares constituyen un grave peligro para la humanidad y las generaciones futuras.
 
La existencia de armas nucleares suscita grandes controversias en relación a la primacía de los de los Estados sobre los intereses de la humanidad debido a su enorme poder de destrucción. El arma nuclear se caracteriza particularmente porque su uso produciría un incalculable sufrimiento humano, afectaría gravemente a la salud de las personas y resultaría sumamente difícil prestar ayuda a las víctimas, sería imposible controlar sus efectos en el espacio y en el tiempo, las consecuencias sobre el medio ambiente y la agricultura serían devastadoras pudiendo provocar hambrunas a nivel mundial.
 
La explosión de un arma nuclear libera una combinación de calor, ondas de choque y radiación que producen gravísimos efectos sobre la salud cuando no provocan la muerte en ese mismo instante o en los días o semanas sucesivos. De forma inmediata, la temperatura del suelo alrededor del epicentro de la explosión aumentaría a 7.000º C aproximadamente, vaporizando a todos los seres vivos de la zona. Las personas que sobreviviesen a esta situación sufrirían intensas quemaduras e incluso daños oculares permanentes. Seguidamente a la bola de fuego generada en el instante de la explosión, aparecerían ondas expansivas que se desplazan a velocidades supersónicas provocando la muerte de las personas al derrumbarse sus viviendas, por la caída de escombros o al ser arrojadas por el aire y muchas personas quedarían sordas también debido al estallido de los tímpanos. Finalmente, las altas temperaturas que se generarían producirían una tormenta ígnea que consumiría todo el oxígeno provocando la asfixia de las personas que se hubiesen refugiado y las personas que sobreviviesen a estas circunstancias caerían víctimas de la radiación, por lo que a medio y largo plazo podrían sufrir cáncer o defectos congénitos causados por esa exposición a niveles elevados de radiación.
 
Algunos países han creado sistemas de respuesta, pero en la actualidad, realmente, no existen mecanismos eficaces que permitan realizar una asistencia apropiada y efectiva debido a que los niveles de exposición y contaminación harían imposible el acceso a determinadas áreas. Tampoco las entidades internacionales poseen la capacidad necesaria para proporcionar el tipo y el volumen de asistencia que se necesitarían.
 
El arma nuclear está diseñada para matar a una gran cantidad de personas sin hacer distinción entre población civil y objetivos militares ya que, generalmente, no se utiliza sobre objetivos específicos sino sobre áreas muy extensas con efectos devastadores para las personas, las infraestructuras y el medio ambiente que persisten, incluso, mucho tiempo después de su utilización.
 
Es muy difícil pensar que la utilización del arma nuclear respeta las normas de Derecho Internacional y aunque no exista una prohibición expresa de su uso, tampoco es posible establecer ningún supuesto excepcional en el que la utilización de dichas armas cumpla las severas limitaciones contenidas en las normas convencionales y consuetudinarias del Derecho Internacional Humanitario porque vulneraría los principios de distinción, proporcionalidad y limitación entre otros.
 
El Comité Internacional de la Cruz Roja aboga por la eliminación de las armas nucleares desde 1945, ya que ha sido testigo presencial del sufrimiento causado por las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki. Recordemos que el Derecho Internacional Humanitario prohíbe los métodos y medios de guerra que causen daños superfluos o sufrimientos innecesarios.
 
El Movimiento Internacional de la Cruz Roja está profundamente comprometido con la importancia de que todos los Estados de las Naciones Unidas acuerden la prohibición total de las armas nucleares que supondrían un gran avance histórico. Para ello, las Sociedades Nacionales de Cruz Roja y Media Luna Roja hemos de realizar una serie de actividades orientadas a influir en las políticas nacionales en materia de prohibición de las armas nucleares. Involucrar a las autoridades nacionales, organizaciones y a la opinión pública es esencial para alcanzar los objetivos del Movimiento Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja.