Versión online  |  Añade "cruzroja@news.cruzroja.es" a tus contactos  |  Cancelar suscripción
 
Boletín informativo digital Nº 129 (Agosto 2017)
 
 
Afganistán: los hospitales son objeto de ataques, y los niños son los que pagan el precio más alto
 
 
 
Los niños están entre los que pagan el precio más alto: el número de víctimas está en aumento, al igual que las tasas de malnutrición, de enfermedades diarreicas y de enfermedades prevenibles mediante la vacunación, como el sarampión y la poliomielitis.
 
Un hombre afgano relató cómo su hijo de quince años había perdido ambos pies tras haber pisado una mina. No pudo recibir atención médica adecuada en la ciudad de Kunduz —el único centro de traumatología local había quedado destruido—, así que tomó un taxi que recorrió más de doscientas millas hasta la capital, Kabul. Para cuando su hijo recibió atención médica, ya era demasiado tarde.
 
"Tuvieron que amputarle ambas piernas justo debajo de la cintura porque los huesos estaban destruidos y tenía una infección grave", afirmó. "Durante una semana, estuvo estable, pero luego entró en coma a causa de la infección. Diez días más tarde, falleció en el hospital."
 
Otro caso similar fue el de una joven de quince años que padecía de meningitis. Tardó una semana en llegar al hospital, pero para entonces, ya era demasiado tarde: murió poco después de haber recibido atención médica.
 
En un país que ya está entre los lugares más peligrosos para los trabajadores humanitarios, las clínicas se han convertido en campos de batalla, y los profesionales de la salud están en la línea de fuego.
 
Estas son algunas de las historias desgarradoras que escuché durante un viaje que hice en noviembre a Afganistán, donde realicé una investigación para WatchlistonChildren and ArmedConflict que se plasmó en el informe "EveryClinicisNowontheFrontline" TheImpactonChildren of AttacksonHealthCare ["Hoy, toda clínica está en la línea de fuego" Consecuencias para los niños de los ataques a la asistencia de salud]. En reiteradas ocasiones, mis colegas y yo escuchamos a niños, padres, personal sanitario y humanitario relatar de qué manera esos ataques habían comprometido el acceso a la asistencia de salud vital y habían devastado la vida de numerosos niños.
 
En un país que ya se encuentra entre los lugares más peligrosos para los trabajadores humanitarios, las clínicas se han convertido en campos de batalla, y los profesionales de la salud están en la línea de fuego del conflicto armado.
 
En vez de ser lugares de curación, las clínicas y los hospitales se han convertido en objeto de ataques en la escalada del conflicto armado que vive Afganistán. Según afirmó un director de salud, se perpetraron ataques con tanta frecuencia que muchos de ellos no se informaron. Se cometieron ataques como mínimo en veinte de las 34 provincias del país, por lo que, en muchas zonas, el acceso a la asistencia de salud es difícil o, incluso, imposible.
 
Además, las partes beligerantes forzaron el cierre de establecimientos de salud, robaron ambulancias e insumos médicos y amenazaron, detuvieron o mataron a medical médico. Un vacunador sanitario nos contó que cuando un grupo de talibanes lo encontraron aplicando vacunas contra la poliomielitis, le advirtieron que lo matarían si lo volvían a encontrar vacunando. Volvió a sentirse amenazado cuando combatientes del Estado Islámico ingresaron en la zona; tiempo después, abandonó su trabajo.
 
"Llegué a ver con mis propios ojos a tres líderes de distintas fuerzas —los talibán, Estado Islámico y el Gobierno— en un área de 100 metros", sostuvo. "Nuestra clínica estaba en medio de la zona del conflicto armado. Si bien yo hacía mi trabajo, tuve que dejar de atender porque, de lo contrario, los talibán o el Estado Islámico me matarían."
 
Las amenazas y las extorsiones son moneda corriente. En febrero de 2015, un grupo de hombres no identificados dispararon y asesinaron a un activista social del programa de lucha contra la poliomielitis de UNICEF. En agosto de 2016, un grupo de talibanes secuestró a un funcionario de una organización no gubernamental que estaba supervisando las tareas de vacunación contra la poliomielitis.
 
Las secuelas de esos ataques sistemáticos contra el sistema en salud y el personal sanitario son profundas. En 2016, el número de niños que resultaron víctimas aumentó en un 24 % respecto de 2015 (...)
 
Las secuelas de esos ataques sistemáticos contra el sistema en salud y el personal sanitario son profundas. En 2016, el número de niños que resultaron víctimas aumentó en un 24 % respecto de 2015, de acuerdo con la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas en Afganistán. Más de un millón de niños afganos sufre de malnutrición aguda, lo que representa un aumento de más del 40% con respecto a las cifras registradas en enero de 2015, según informó la Organización Mundial de la Salud. También se registró un aumento de las enfermedades transmisibles: la OMS informó que se identificaron 169 brotes de sarampión en 2015, es decir, un alarmante aumento del 141% respecto de 2014.
 
Quienes trabajamos en WatchlistonChildren and ArmedConflict hacemos un llamamiento para que todas las partes pongan fin a los ataques. Incluso en tiempo de guerra, deben prevalecer las consideraciones básicas de humanidad, y pocas son más importantes que garantizar la atención médica de los niños que están enfermos o heridos.
 
Por Christine Monaghan, encargada de investigación
Watchlist on Children and Armed Conflict
 
 
 
COMPÁRTELO  
Compartelo en Facebook Compartelo en Twitter Compartelo en Delicious Compartelo en Yahoo Compartelo en Linkedin  
 
 
Colabora   Hazte Voluntario   Hazte Socio   Histórico  
 
www.enrealidadnotienegracia.org
www.cruzroja.es/emergencias
www.cruzroja.es/vih
 
www.donarsangre.org
www.generamosigualdad.org
www.migrar.org
 
www.cruzroja.es/prevención
www.sobrevulnerables.es
www.cruzroja.es/formacion
 
CRE
Facebook Twitter Cruz Roja TV You tube Mundo Cruz Roja
 
www.cruzroja.es | Política de privacidad