Boletín digital - Nº16 8 de marzo de 2007   digital.cruzroja@cruzroja.es   
 
 Pedro García, voluntario de Guadalajara
"Recibir más de lo que das"

Texto: Rafael Ginel
Foto: Nacho Abascal

Pedro García es voluntario en Cruz Roja en Guadalajara desde hace más de dos años. A través del programa de mayores, en el que participa, visita a tres usuarios, que en realidad son cuatro, pues uno de los casos es el del matrimonio formado por María Cotié y Carlos Descárrega, de 87 y 86 años respectivamente.

Pasar una tarde con este voluntario en casa del matrimonio es asistir a una sencilla historia de afecto. Carlos Descárrega no puede caminar bien debido, entre otros motivos, a una trombosis que padeció con 54 años.

Pedro sabe que en cada una de sus visitas semanales debe obligarle a dar un paseo, que el hombre acepta con buena cara y al que se aplica apoyado en un andador. Cada visita es de unas tres horas, pero a veces llegan a ser una cinco pues no puede rechazar una invitación a comer. "Son como mis abuelos", dice el voluntario.

Pedro García es de los que opinan que en su labor altruista recibe mucho más de lo que da. Y además no se anda con rodeos, sabe que quiere cariño y lo dice a las claras.

La primera usuaria que tuvo era una mujer viuda beneficiaria de la Teleasistencia, que ya falleció. Aquella mujer le contaba a menudo que su marido, que pasaba mucho tiempo trabajando fuera de la casa, se había arrepentido en el lecho de muerte de no haber dedicado más tiempo a lo que llamó "las cosas importantes de la vida", es decir su mujer, su familia, su felicidad, en suma.

A Pedro, que el 15 de enero cumplió 41 años, esta historia no se le ha ido de la cabeza y le sirve de aliciente para emprender la tarea de todos los días con una vitalidad positiva. Sus hijos, de 12 y 8 años, son lo más importante y, pese a que está separado, los ve constantemente, cuando se encuentra con ellos no hay más compromiso que estar los tres juntos: ir al monte, pasear o hacer los deberes.

Pedro reside en Alcalá de Henares, ciudad donde trabaja, distante 25 kilómeros de Guadalajara, su segunda ciudad, donde viven sus hijos, y donde desarrolla su actividad voluntaria.

Trabaja en una fábrica de saneamientos donde es mando intermedio al frente de un equipo de producción de diez personas. Trabaja por turnos, de mañanas, tardes o noches, por lo que siempre tiene que estar equilibrando los imperativos de su vida laboral con ver sus hijos y con su labor voluntaria.

Y se le ve vitalista. Le encanta ir al monte o a esquiar, y compartirlo con sus hijos. La naturaleza le tira mucho. Le gustaría también hacer cooperación en el extranjero. Pasó un año trabajando en Marruecos, donde su empresa montó una fábrica, y le gustaría volver a un país en desarrollo a echar una mano.

En Cruz Roja de Guadalajara, que cuenta con 1.900 voluntarios (248 en el programa de mayores), saben que Pedro es una de esas personas con las que se puede contar, lo mismo para hacerle una fiesta a un usuario que cumple 100 años como para participar en el gran evento que fue el Naviguad, un macro espacio lúdico para menores y jóvenes que congregó un montón de organizaciones y voluntarios antes de Reyes, el pasado mes de enero.



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