Texto: José Luis Hitos.
Foto: Cruz Roja
Corría el año 1907 cuando el sacerdote Agustín García Pérez y una serie de conspicuos ciudadanos de Priego de Córdoba, entre ellos dos médicos, un farmacéutico, un fotoperiodista y un relojero, se propusieron saldar con su pueblo una deuda que consideraban inaceptable, al promover la implantación de una delegación local de Cruz Roja Española en este municipio de la Subbética cordobesa.
Se cumple, por tanto, este año el primer centenario de un proyecto cuyos inicios estuvieron marcados por las dificultades, como la negativa que encontraron sus socios para celebrar una becerrada con la que recaudar fondos que permitieran adquirir el material necesario para poder desempeñar su misión humanitaria. Según cuenta el cronista oficial de la localidad, Manuel Peláez del Rosal, el gobernador prohibió el festejo por "el peligro que podría acarrear, al carecer los espadas de la destreza necesaria".
Pese a este contratiempo, ya en 1907 prestó la Cruz Roja prieguense sus primeros servicios. Entre los testimonios que quedan figuran el traslado de un herido hasta el Hospital de la Beneficencia, el entierro y sepultura en el cementerio municipal de uno de los "hermanos en caridad" y el socorro "de un desgraciado que tenía síncopes y que había sido tirado al suelo por un individuo en los extramuros de la población", tal y como relata Peláez del Rosal.
Sin embargo, tras un lustro de intensa actividad, la marcha de la asamblea quedó frenada de raíz en 1912. Las siguientes noticias de la presencia de Cruz Roja en Priego son de la década de los 20, cuando ofreció ayuda a los padres de un soldado desaparecido en el desastre de Annual; y de la Guerra Civil, con el hospital de campaña instalado en la zona del Palenque.
Pero la verdadera refundación de la entidad en este pueblo cordobés es muy posterior, se gesta a finales de los 70, con un protagonista claro: Luis Ruiz Calonge. Apoyándose en un grupo de amigos y conocidos, este farmacéutico de profesión hizo resurgir de sus cenizas la delegación, de la que llevó las riendas durante 14 años.
En ese periodo, la labor de Cruz Roja fue intensa y de lo más variada, con una agenda que incluía desde cursos de socorrismo, salvamento y educación vial hasta la tradicional fiesta de la banderita, pasando por la presencia en actos colectivos varios -romerías, toros, fútbol-, servicios de emergencia en incendios e inundaciones, creación del área de juventud, campañas de donación de sangre, cuestaciones para proyectos de ayuda humanitaria y operaciones de recogida de alimentos.
Incluso clases de baile, como bien recuerda Fuensanta de la Rosa, quien se inició en la institución "enseñando a bailar a las rocieras", según ella misma rememora, y acabó convertida en la primera presidenta de la Asamblea de Priego una década después, antes de ceder el testigo a su hijo Nicolás Alférez.
Otro voluntario de dilatada trayectoria en la delegación prieguense es José Mateo, también responsable del renacimiento de la Asamblea y uno de los que más activamente contribuyó a la construcción del puesto de socorros que desde 1982 funciona como sede de la entidad.
En la actualidad parece que la nueva generación que representa a Cruz Roja en el municipio no tiene intención de que la actividad decaiga. Más bien, todo lo contrario. Con alrededor de 70 voluntarios, la delegación acaba de poner en marcha un programa de acompañamiento a infancia hospitalizada en un hospital cercano y en breve hará lo propio con otro de ayuda a domicilio complementaria para personas mayores.
Por esto y más cosas el Ayuntamiento de Priego ha concedido la Medalla de Plata de la Ciudad a la entidad. Con esta distinción, la corporación muestra su gratitud por el trabajo en favor de los colectivos más vulnerables desarrollado por la asamblea desde hace cien años.
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