 Una de las áreas en las que se centra Cruz Roja Española es la distribución de agua.
A medida que pasan las semanas, la vida resurge en los campamentos espontáneos que se crearon, y empiezan los negocios informales, la venta ambulante y los puestos de comida. La población se ha organizado rápidamente y todos los campos tienen sus comités gestores, que representan a los habitantes: realizan censos, hacen la lista de sus necesidades más básicas y en muchos casos escriben cartas a las organizaciones solicitando asistencia de una forma oficial, y muy solemne. Organizan las actividades comunitarias, son los interlocutores con autoridades y ONG y una pieza clave para la distribución de la ayuda.
Los haitianos se muestran comprensivos y colaboradores, siempre educados, y respetan el trabajo de las organizaciones humanitarias. Es admirable la fortaleza que muestran ante la situación que están viviendo, y ante un futuro aún plagado de incógnitas.
Miles de personas salieron de Puerto Príncipe para regresar a sus lugares de origen, y viven ahora con familiares o amigos en ciudades secundarias del país o en el medio rural. Es muy importante que la ayuda se inyecte también en estas zonas que, si bien no han sido afectadas por el terremoto, han visto modificado su día a día por albergar a mucha población desplazada. Asegurando que la ayuda llega a estos lugares se evitará que se dé un nuevo éxodo a la capital en busca de ayuda humanitaria, que dificultaría mucho el trabajo en Puerto Príncipe, ya de por sí complicado por ser un entorno urbano y altamente poblado.
Los retos son muchos, y el proceso será largo. La fase de emergencia será prolongada en el tiempo, y la temporada ciclónica está a la vuelta de la esquina. Cada vez que llueve no podemos evitar mirarnos y sentir que ahí fuera miles de personas no tiene dónde resguardarse. Los campamentos amanecen llenos de barro y las condiciones de saneamiento, ya complicadas por falta de drenajes y escasez aún de letrinas, se hacen más urgentes y complejas.
Es triste ver la ciudad de Puerto Príncipe así, venida a menos, pero creo que ésta puede ser una oportunidad para Haití. Puede ser la oportunidad para reconfigurar este país y asegurar un desarrollo sostenible. Es el momento de invertir en las zonas rurales, en las ciudades secundarias para ofrecer oportunidades y servicios a la gente que se ha desplazado, despejando la ciudad de Puerto Príncipe mientras se reconstruye y evitando que de nuevo se convierta en la capital del hacinamiento y la masificación. Es una responsabilidad de todos los que estamos trabajando aquí apoyar este proceso para que Haití en unos años se convierta en un país que puede asegurar servicios a su gente, un país en el que se pueda vivir con dignidad.
La oportunidad está ahí; no va a ser fácil, pero es posible.
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