Boletín digital - Nº 49 30 de Abril de 2010   digital.cruzroja@cruzroja.es   
 
Modelo de inserción de personas invidentes en El Salvador

Edwin en su puesto de trabajo en la planta de doblado, embolsado y empaque.
Edwin en su puesto de trabajo en la planta de doblado, embolsado y empaque.

Edwin nació en El Salvador hace aproximadamente 30 años, en un pueblo al occidente del país. De familia humilde, con tres hermanos, dedicada a sacar el jornal aquí y allá según la necesidad del momento. Sin embargo Edwin era especial, en aquel tiempo (y aún ahora para muchas familias de El Salvador tanto en lo rural y en lo urbano) tener un hijo con discapacidad, era un castigo. Edwin nació ciego.
 
Pasó su infancia en casa, casi sin salir a la calle. En el pueblo, se esconde la discapacidad de un familiar, se encierra en casa. Con el inicio de la guerra en el año 81, huyendo de la represión en el campo, se trasladan a la capital. Allá la vida es distinta, pero Edwin aún no debe salir a la calle, no debe asistir a la escuela, ¿se le protege o se le oculta aún? Con el fin de la guerra y en su adolescencia, Edwin quiere estudiar pero aún no se le permite, la familia cree que un ciego no tiene nada que hacer en la escuela, ni siquiera en la calle, más que mendigar.
 
Al cumplir la mayoría de edad, Edwin decide desafiar a la familia, está harto de esperar y quiere estudiar. Ante la negativa de la familia, recurre a un familiar que le dará un lugar donde dormir en San Salvador, y desde donde podrá acudir a las clases de rehabilitación funcional para ciegos, en el único centro de atención a esta discapacidad que existe en El Salvador, el Centro de Ciegos Eugenia de Dueñas, en el centro de la capital.
 
Culmina su rehabilitación sin el apoyo de la familia y con el dinero que ha ganado aquí y allá, en el semáforo, en la calle. Con lo aprendido en el Centro de Ciegos ahora puede desplazarse por la ciudad sin ayuda, sabe orientarse sin ayuda, usar su bastón, cocinar para sí mismo, limpiar su habitación, leer y escribir el braille, y tras mucho tiempo tiene algo de libertad en su vida para decidir su camino. Pero aún necesita encontrar como ganarse la vida.
 
Trata de volver a casa, enseñar a la familia lo que ha aprendido, demostrar que ahora puede serles útil, ayudar en algo y buscar trabajo, pero es rechazado. Abandonó la casa y "despreció la protección que la familia le brindaba", no le permiten volver a casa y los familiares que le acogieron tampoco le darán su apoyo en adelante, ahora es independiente y si quiere un lugar donde dormir debe ganárselo, trabajar, pagarlo.
 
No se rinde y busca trabajo aquí y allá, donde puede, donde sea. En la Asociación de Ciegos de El Salvador le ofrecen un trabajo y un lugar donde dormir, corre el año 2005. Edwin limpiará las dependencias de la Asociación, un local de aproximadamente 75 metros cuadrados cerca del Centro de Ciegos Eugenia de Dueñas en San Salvador, y a cambio, recibirá una pequeña paga y un lugar donde dormir. Al fin, tras buscar durante meses y sobrevivir con lo que el destino va proveyendo, al menos tiene una pequeña oportunidad mientras encuentra algo mejor. Anteriormente, todos sus intentos de conseguir trabajo han fracasado. "Eres ciego, ¿Qué puede hacer un ciego acá", le habían dicho una y otra vez, en cada lugar que probo suerte.
 
En al año 2008, conoce la iniciativa que Cruz Roja Salvadoreña desarrolla en El Salvador. Un programa financiado por la Fundación ONCE para América Latina y por Cruz Roja Española, llamado AGORA, que busca ampliar las oportunidades de formación y empleo para personas con discapacidad visual en El Salvador y decide probar suerte.
 
Su perfil en la base datos, días después de la entrevista dice que es una persona afable, de buena presencia. Ha superado al 100% el proceso de rehabilitación funcional necesario para ser independiente y tener movilidad por sí mismo. Sabe leer y escribir braille. Tiene experiencia de trabajo en el sector informal como limpiador y vendedor. No cuenta con personas de contacto o referencia en el núcleo familiar y sus referencias remiten a la Asociación de Ciegos de El Salvador, donde dan buena fe de su trabajo y describen su labor allá.
 
Tres meses después de su llegada a la oficina del Programa, el equipo le ha encontrado una oportunidad de empleo. Una empresa del sector textil, está dispuesta a insertar a personas con discapacidad visual que sean formadas por Cruz Roja para realizar las tareas necesarias en la planta industrial y tras varias visitas del equipo de Cruz Roja a la planta, se detectan varias posibilidades reales de inserción laboral para personas discapacitadas. Es el primer logro del equipo tras el inicio del programa, y Edwin tiene la oportunidad de ser una de las primeras personas insertadas.
 
A su llegada a la planta, el trabajo no es fácil. La empresa decide insertarles en su plantilla en un periodo de pruebas, bajo la supervisión del equipo de Cruz Roja, Edwin y sus compañeros, otras cinco personas ciegas, deberán realizar las labores de marcación, colocación de percha, doblado de ropa, embolsado y empaque en el mismo tiempo cronometrado en que lo hacen el resto del personal de planta, de lo contrario, la cadena de producción se vería retrasada. El promedio de tiempo en la planta empleado por un operario para realizar el embolsado y empaque de una prenda es de 10 segundos, Edwin y sus compañeros lo realizarán en 8 segundos tras dos semanas de prácticas. Su cinta de empaque, recibirá durante los próximos meses varias "gratificaciones económicas" establecidas por la empresa, por el trabajo realizado en planta. Sus compañeros de trabajo, temerosos al principio de contar con una persona ciega a su lado, que discrepaban y le veían como un posible atraso en el trabajo, una carga a cuidar, pronto vieron en él un ejemplo de superación y un ejemplo a seguir. La empresa decidió contratar a 10 personas ciegas más en planta.
 
Tres meses después, se realizará un acto público en el auditorio de la empresa, ante el Presidente del Grupo de Empresas, los directivos de la planta y sus compañeros de trabajo, se hará un homenaje y un reconocimiento público a estas personas, a su labor, y al ejemplo que suponen para todos los trabajadores del grupo. Edwin representará al total de sus compañeros ciegos del equipo en ese día y dará las palabras de agradecimiento por el homenaje.
 
Ese día y por medio de sus propias palabras, en público, fue el día en que todos nosotros conocimos la historia completa de su vida.
 
Ese día, Edwin, ciego, de 30 años de edad, tras haber dejado su casa, haberse ganado la vida en el semáforo para poder asistir al Centro de Ciegos y limpiado oficinas a cambio de un lugar donde dormir, recibió el aplauso de 50 personas agradecidas por su trabajo y por su ejemplo. Un año y medio después, a día de hoy, Edwin sigue en su puesto de trabajo considerado un ejemplo a seguir por todos y totalmente integrado desde el primer día. No fue el único, gracias a su sacrificio y su ejemplo, hoy trabajan en la empresa junto con él, 11 personas con discapacidad visual, todos con ceguera total, todos son considerados un ejemplo de superación y esfuerzo no solo para la empresa que les acogió, sino para todos nosotros.
 
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