Boletín informativo digital Nº 92 (mayo 2014)
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Apoyo psicológico para los menores en Cisjordania
Crónica de Sandra Wiki, delegada de Cruz Roja Española en Ramallah
Tras un trayecto de dos horas en coche desde Ramallah llegamos a Barta'a y cruzamos las vallas de metal del puesto de control israelí que le precede. Disminuimos la velocidad de nuestro vehículo para mostrar al personal de seguridad –equipado con armas automáticas– y a los miembros del ejército israelí nuestros documentos de identidad así como el permiso de acceso de mi colega palestino. Él es el doctor Fathy, director del departamento de apoyo psicosocial de la Media Luna Roja Palestina (MLRP) y me acompaña en esta visita. Para entrar al enclave Barta'a se ha visto obligado a solicitar un permiso especial sin el cual, como palestino, no tendría acceso.
 
Este procedimiento para pasar el cruce de Barta'a refleja el día a día de aproximadamente 5.400 palestinos que integran este enclave. El área de Barta'a fue dividida en dos partes –la línea verde– a raíz de la demarcación establecida en 1948 con el fin de marcar la separación entre Israel y Cisjordania que estuvo bajo control de Jordania. Como consecuencia, la parte occidental de Barta'a se convirtió en territorio israelí y su zona este pasó a ser gobernada por Jordania causando la separación de muchas familias. En 1967, Israel ocupó Cisjordania, que se convirtió junto al área de 1948 en una zona bajo control israelí. Fue en 2003 cuando Israel comenzó a construir la barrera en Barta'a; hasta ese momento la población en el lado occidental estaba limitada por la línea verde, pero aún tenía acceso a Cisjordania en el lado este. La construcción del Muro bloqueó este acceso y convirtió esta área en un enclave separado de Israel a través de una línea no visible pero ilegal de traspasar, bajo control por un lado de los equipos móviles israelíes y por otro, en su lado este, por el citado muro. Esta situación en el enclave de Barta’a ha aumentado el aislamiento de la población por un lado rodeada por el Muro, por otro aislada de otras zonas de la provincia de Jenín con clasificación de Área C y zona militar cerrada.
 
Durante nuestra visita en el enclave estuvimos en Om Reehan, una localidad de 550 habitantes, en la que la MLRP está desarrollando un proyecto de apoyo psicosocial con financiación desde enero de 2014 del Fons Menorquín y Cruz Roja Española.
 
En su escuela secundaria mixta nos encontramos con uno de los voluntarios, Isam Zaid, quien se encarga de llevar a cabo las actividades de apoyo psicosocial. Isam no es solo voluntario, sino también uno de los profesores. Cada día ha de pasar el puesto de control para poder incorporarse a su trabajo. Su permiso le permite usar solo uno de los dos puestos de control existentes, que además presenta restricciones de horarios de apertura (de 7 a 10 de la mañana y de 12 a 20 por la tarde). Los puestos de control son la única vía de acceso desde Cisjordania y conectan a los habitantes de estos pueblos con el resto de la región. Los residentes de Barta'a requieren de un permiso militar especial y aún con toda la documentación en regla el proceso de entrada o salida puede tomar horas y verse acompañado de férreas inspecciones. Por tanto, el trayecto al trabajo o las universidades más próximas de Nablus y Jenin se convierte en un reto diario para sus residentes. También genera, junto con las restricciones de circulación, la separación de familias.
 
En este contexto, la Media Luna Roja Palestina, en colaboración con los consejos de las localidades de Barta'a, desarrolla desde 2010 un proyecto de apoyo psicosocial. Su objetivo es el desarrollo de la resiliencia individual y comunitaria para mitigar los factores de riesgo inherentes a una población que vive bajo la ocupación israelí.
 
El grupo de edad de 8 a 17 años ha sido identificado como especialmente vulnerable (la gran mayoría de los habitantes son niños y niñas o jóvenes) y la vulnerabilidad psicológica durante los períodos de la infancia y la adolescencia es especialmente alta. En ellos se manifiestan los efectos de la ocupación israelí en comportamientos relacionales en la escuela y dificultades de aprendizaje por falta de atención. Esta situación también afecta directamente al ambiente familiar, y se traduce en altos niveles de depresión, tanto de padres como de hijos. Al mismo tiempo la relación entre padres e hijos está afectada negativamente y se materializa en altos niveles de depresión y abandono por los padres junto con las dificultades de enfrentar el día a día con sus hijos. En el caso concreto de los adolescentes se añaden además comportamientos violentos y de introversión, los más jóvenes experimentan además ansiedad y depresión.
 
Una de las actividades llevadas a cabo es el CABAC (Niños Afectados por Conflictos Armados), basada en los principios de los derechos del niño, incluido el derecho a jugar, a ser protegidos de los conflictos y el derecho a ser oído. CABAC pretende trabajar el desarrollo de la tolerancia a la frustración y canalizar la energía y sus capacidades a través de la promoción del voluntariado con el objetivo final del beneficio comunitario. La Media Luna intenta que los jóvenes ganen confianza en el futuro y les ayuda a mejorar sus interacciones con compañeros y profesores a través de técnicas de resolución de conflictos. Las actividades son grupales, buscando los recursos comunitarios y se basan en la promoción de la creatividad incluyendo música, danza y cuentos, entre otros, para poder expresar sus emociones y preocupaciones a través de su propio lenguaje.
 
Isam y el trabajador psicosocial de la MLRP, Yousuf Abu Farha me presentaron a uno de los grupos con niños de 11 años de edad que querían mostrarme el resultado de su última actividad. Los niños manifestaron sus sentimientos a través de un dibujo. Lo presentaron a sus compañeros y luego debatieron entre ellos. Un debate en un ambiente de protección, profesionalmente guiado con la intención de aumentar la autoestima y el bienestar emocional de sus protagonistas. De esta manera tanto Isam como Yousuf apoyan a los niños en el desarrollo de sus mecanismos de adaptación para responder a los desafíos diarios causados por la ocupación. Los talleres de CABAC incluyen actividades cuidadosamente seleccionadas para niños de entre 11 y 13 años, con el objetivo de apoyarles en el desarrollo y adquisición de habilidades sociales mediante la mejora de mecanismos de adaptación, comprensión y respeto por los demás, como parte de un grupo. La metodología tiene como objetivo mejorar las relaciones interpersonales positivas entre los niños y sus facilitadores. En cada sesión se plantea un tema específico para aumentar los factores de resiliencia en los niños.
 
Con el objetivo de llegar a los niños más pequeños entre 9 y 10 años, la MLRP lleva a cabo en la misma escuela otra actividad, llamada CORNERS, con la que se proporciona un lugar seguro para el juego y la posibilidad para los niños de expresar sus sentimientos jugando. Esta actividad ofrece oportunidades a Isam para identificar a los niños con dificultades cognitivas o emocionales e enviarles a otros servicios que puedan ofrecer un apoyo específico. Isam me comenta que su colaboración como voluntario de MLRP ha enriquecido no solamente su trabajo como profesor en la escuela de Om Reehan, sino también su vida privada ya que utiliza las herramientas de las actividades CABAC y CORNER con "sus propios hijos y otros niños del barrio”, lo que muestra el alcance de la intervención hacia otras zonas y población beneficiaria.
 
Pero volvamos a la actividad CORNERS y al momento en el que Yousuf se dirige a 19 niños, del tercer y cuarto nivel escolar, a los que les cuenta la historia de un hombre con orejas grandes, que fue excluido de su pueblo. Los alumnos siguen cada movimiento de Yousuf con el objetivo de reproducirlo después; participan activamente cantando las canciones y absorben la historia. El mensaje que transmite Yousuf se basa en la integración, el respeto a los demás y su entorno. Tema importante para el grupo que tiene dificultades de aprendizaje, A través de esta actividad sus compañeros de clase pueden aceptarle e integrarlo más fácilmente.
 
Con estas últimas palabras y las impresiones de la visita que dan vueltas en mi cabeza regresamos a Ramallah, pasando de nuevo a los puestos de control de Barta’a, a Ramallah, convencida de que el trabajo en Barta'a no solo va aumentar la resiliencia de la población sino que además apoyará a cada individuo a superar las barreras personales y a construir relaciones interpersonales positivas.
 
 
 
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