“Un enemigo abatido ya no es un enemigo: es un hermano”. Esta sencilla reflexión cargada de humanidad se ha convertido, 150 años después, en la base de la organización humanitaria más grande del mundo, el Movimiento Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja. Casi 200 países, 13 millones de voluntarios e incontables socios y colaboradores respaldan y hacen sonar estas palabras en cualquier rincón del mundo.
 
Su autor fue Henry Dunant, un empresario suizo que se topó con los horrores de la guerra durante un viaje de negocios en 1859. Vio a miles de heridos abandonados a su suerte entre los cadáveres que dejó tras de sí la batalla de Solferino. A su alrededor, numerosos soldados sufrían grandes agonías en el campo de batalla. Tal fue la impresión, que se acercó al pueblo más cercano a pedir ayuda para atender a los heridos. Y aunque se encontró con reticencias, finalmente lo consiguió.
 
Lo que vivió en el norte de Italia lo plasmaría en 1862 en un libro: Recuerdo de Solferino, un libro que se convertiría en el germen no solo de la Convención de Ginebra, sino también del Humanitarismo. En ese libro, aparte de describir lo que vivió, reclamaba la creación de un cuerpo de voluntarios al servicio de los heridos de guerra. Y poco tiempo después, en febrero de 1863, nació lo que hoy conocemos como el Comité Internacional de la Cruz Roja.
 
La idea se extendió como la pólvora que alimentaba las guerras, y poco a poco se fueron creando sociedades nacionales. España fue una de las primeras sociedades nacionales en constituirse, en concreto, la séptima.
 
Fueron dos navarros, el doctor Nicasio Landa y el conde de Ripalda, quienes fundaron Cruz Roja Española. Resulta anecdótico que la asamblea de Navarra se fundase un día antes que la sociedad nacional, pero en las fechas en que se produjo, y como buenos navarros, lo adelantaron un día para evitar hacerlo coincidir con las fiestas de San Fermín.
 
Han pasado 150 años desde su fundación, y hoy, Cruz Roja Española sigue funcionando bajo los mismos principios, que no han perdido vigencia en su paso del blanco y negro al color.
 
Estos principios son de obligado cumplimiento para todas aquellas personas que quieran entrar a formar parte del voluntariado. Un compromiso que con orgullo muestran a diario los más de 210.000 voluntarios y el millón de socios de Cruz Roja Española.