Adolf Juncosa Latorre
Cruz Roja Española en Castelldefels
(Barcelona)

Pertenezco a Cruz Roja desde abril de 1981, siendo el motivo de mi incorporación a la Entidad, porque al constituirse los primeros ayuntamientos democráticos, querían que en Castelldefels hubiese una Asamblea de Cruz Roja, cosa que no existía.

Acepté la oferta ya que con ello daba continuidad a una tarea emprendida por mi padre y mi tío, los cuales fueron voluntarios de Cruz Roja en la zona republicana.

Tras dos años como delegación de Gavá tuve el honor de fundar la Cruz Roja en Castelldefels y ser su primer presidente. Por motivos que no son relevantes, cesé de mi cargo y pasé a formar parte de Cruz Roja del Mar, por mi titulación de Capitan de la Marina Marcante, formando parte de dicha sección hasta el año 2000. Estuve al mando de la embarcación de salvamento L.S.A.M. 4, con la que efectué los servicios de vigilancia en las Olimpiadas como jefe de flota.

He formado parte de la Asamblea Local de Barcelona en representacion del Voluntariado de Adultos, formé parte de la Asamblea Provincial y de su Comité, de la Asamblea Autonómica y de la Asamblea General durante 6 años, por motivos del cambio de gobierno. Durante ese periodo de tiempo se redactaron y aprobaron los actuales Estatutos.

Como voluntario "de a pie", soy formador de FBI, de Social, de medio ambiente y profesor para la obtención del titulin.

He efectuado servicios desde Socorrismo en playas, servicios de Social, de medio ambiente, es lo que llamabamos un voluntario polivante.

De todos los servicios que he efectuado, y no han sido pocos, desde recoger a una señora de un ferry por haber abortado, a un acompañamiento a una residente, podeís imaginaros que me ha sucedido de todo, pero el que más me impactó y nunca olvidaré fue algo que quizás parezca una nimiedad para muchos, pero para mí significa que bien vale la pena ser voluntario.



La historia es corta y muy sencilla, imaginaros una tarde noche de otoño con algo de frío. Mi servicio, vigilar frente a unas escaleras que nadie pudiese caer en un pequeño estanque que tenía a mis espaldas a la salida de un Congreso de gente mayor. Baja una señora y me dice "¿qué hace aquí este joven?", bueno no tan joven, yo tenía 60 años, le explico mi cometido y su repuesta fue algo que no he podido olvidar, "¿Con este frío estás aquí para que no nos caigamos?, ¡sois maravillosos!". Y acto seguido me dió un fuerte abrazo y un beso.

Pues bien, es la cosa mejor que me ha pasado, sobretodo por la dulzura de sus palabras y porque su comentario era como un reconocimento de una labor no solo mía sino de toda la Cruz Roja, por lo que me sentí orgulloso de ser uno de sus miembros.