Antonio Visus Añaños
Cruz Roja Española en Lleida
(Lleida)

Desde hace dos años, colaboro como voluntario tres días a la semana con la Cruz Roja. Después de recibir una formación sobre las actividades a realizar, entré a formar parte en las tareas que se me encomendaron y en ellas sigo, y espero que sea durante mucho tiempo ya que me siento valorado y muy satisfecho interiormente.

Debo de comentar que parte de esta satisfacción es debido a la buena relación que existe entre los responsables de las diferentes secciones, los compañeros colaboradores y, por descontado, por los buenos resultados que se obtienen, que de esto es lo que se trata.



Nací en los tiempos de la posguerra, en un pueblo pequeño con muy pocos vecinos, hijo de una familia humilde con muy pocos recursos y, para más, hijo de viuda, con tres hermanos más. Mi niñez fue feliz dentro de lo que se llevaba en aquellos años y el motivo era que no se conocía nada más.

Llegó la edad de los catorce años y se terminó la escuela, el paso siguiente era comenzar a trabajar ¿y a dónde?. Donde fuera, lo importante para mi había de ser aprender algo para el día de mañana. Trabajé como pinche, en forestales, pastor, labrador, pero esto es lo que había y como en aquellos tiempos es lo que se llevaba en los pueblos, pues a seguir siendo feliz.

Un día, un tío, hermano de mi padre, que Dios lo tenga a su lado, me llevó a Lérida y se empeñó mucho para que aprendiera un oficio, mecánico de motos, once años con este oficio.

Pronto me di cuenta que este oficio no sería mi futuro, ya que en aquellos años llegaba la era de los coches y estas máquinas pequeñas se quedaban apartadas, otra cosa es ahora.

Aprendí de tornero ajustador y este oficio es el que me llevó a poder desempeñar tareas de mantenimiento en una cervecera, en la cual he terminado mi vida laboral, treinta y tres años, con cargos de personal y técnico en envasado.

Todos estos años he disfrutado al máximo de mi trabajo, lo hacía con ilusión, esto unido a la suerte de tener una familia unida y con mucho amor con la que es mi mujer y mis hijos ha sido el pago de todos aquellos tiempos no tan buenos que ya quedaron atrás.

Para completar mi historia, algo en mi interior me decía que yo debía de hacer algo por los demás y así lo entendía.

A los tres meses de jubilarme me hice voluntario de la Cruz Roja y es aquí donde me sigo encontrando feliz y, por tanto, sigo siendo como antes.

El mejor pago que recibo de mi actual tarea como voluntario, son las sonrisas en las caras de los niños y de las personas que atendemos, como agradecimiento en las formas que tratamos de ayudarles.



Antonio