María Soledad Ortega Perdiguero
Cruz Roja Española en Valladolid
(valladolid)

Ante todo, un saludo.

Mi nombre es María y actualmente ya no formo parte activa del voluntariado, pues en el año 2002 empecé a trabajar en una Residencia geriátrica y tenía incompatibilidad de horarios.

Yo empecé el voluntariado a través de un curso que hice, y a la hora de hacer prácticas, decidí que el servicio de toxicomanías me atraía muchísimo.

Antonio Marcos, Rafi, Puri, Bea, Paula,Agustín, CArlos....ellos siguen allí, trabajando por ellos, y ....qué suerte tienen.

Empecé, y aquello me enganchó tanto, que si me hubieran ofrecido un trabajo me habría quedado para siempre, porque claro, yo tenía que trabajar para vivir.

Allí hice los amigos que actualmente son mis mejores amigos, allí aprendí sanitariamente y humanamente todo lo que me ha hecho madurar y salir adelante de un problema muy serio que tenía.

Solamente el hecho de dar una sonrisa, un apoyo, o incluso una riña a alguien que lo necesita...

Todos los días estaba deseando que llegara la hora de ver "a mis chicos", de comprobar cómo iban, de animar a aquellos que tuvieran el bajón, incluso a escuchar las mentiras que a veces te contaban para conseguir justificar "el porqué no pueden engancharse a la vida".

Trabajar con colectivos de exclusión es algo que todos necesitamos, dar una parte de nosotros a quien no puede darse nada a sí mismo. Por muy inútiles que creamos ser(yo tenía un serio problema de autoestima) aprendes que siempre hay una utilidad en tu vida, y puedes dar mucho.

Si ahora me llamaran para trabajar en Cruz Roja con algún proyecto, no dudaría en aceptarlo. Es lo que más me gusta en mi vida, trabajar ayudando.

Ellos formaban parte de una ilusión diaria. Yo pensaba: qué suerte tienen los trabajadores de Toxicomanías, pueden ganarse la vida con algo tan dífícil, pero tan bonito a su vez.

Aún hoy sigo acordándome mucho de ellos, algunos ya no están vivos, pero sé que todos ellos nos querían mucho, a los chicos voluntarios.

Ellos me sacaron a mí de la nada. Sacaron de dentro de mí aquello que yo desconocía, y todo lo que tenía, se lo daba a ellos, porque lo necesitaba.