Guadalajara. Aliviar el peso de las cuidadoras de enfermos

Isabel puede dejar en las manos de un voluntario a su marido, enfermo de demencia

 

Víctor Ladrón de Guevara. Guadalajara, enviado especial.

Isabel Gil es un ama de casa de 63 años, de Guadalajara, que vive con su marido, Eusebio Carrasco, de 72. No tienen hijos. Hace unos cuatro años, cuando Eusebio acababa de jubilarse de una activa vida de viajante de comercio, Isabel empezó a notar cosas raras en él. Se trataba de la aparición de una demencia que hoy en día es patente.

 

La dificultad en asimilar una situación de este tipo le tiene a Isabel en un proceso de continuo aprendizaje vital. Tras aceptar el nuevo estado de la persona querida, "que estás que nunca asimilas", según dice, decidió que necesitaba ayuda ya que llevar ese peso a solas es siempre muy duro. Fue, pues, al Ayuntamiento.

 

Del consistorio la enviaron a Cruz Roja donde conoció a Vanessa Martínez, responsable del programa de apoyo a familias con personas dependientes, conocido como "de respiro", pues proporciona unos ratos de libertad a quien tiene a su cargo personas mayores necesitadas de ayuda. Dicho programa funciona en la capital alcarreña desde 2000.

 

Ante Vanessa, Isabel, que llevaba ya un par de años con el peso de Eusebio a solas, y pese a parecer una mujer muy entera, la presencia de una profesional sensible y receptiva le permitió soltarse emocionalmente y llorar. Porque ella, una mujer y sola, responde al perfil mayoritario de los cuidadores informales de personas mayores necesitadas de ayuda, un fenómeno que emerge con fuerza en el tejido social español. Pero no sólo el mayor dependiente necesita ayuda, el cuidador, cuidadora más bien, también necesita descargarse.

 

Así, desde entonces, Isabel recibe dos veces a la semana, en visitas de una hora, la ayuda de un voluntario, Bernardino Vicente, momentos que aprovecha para hacer otras cosas, como ir al gimnasio a liberar tensiones. Bernardino, de 87 años, es el mayor de los voluntarios del programa, que son ocho; el más joven tiene 18 años. Por otro lado, las 25 mujeres voluntarias tienen edades entre los 31 y 75 años.

 

Desde enero de este año Isabel cuenta con otra ayuda pues su marido ha podido ingresar en el Centro de Día para personas mayores con demencias del Ayuntamiento de Guadalajara. Eso supone un gran respiro los lunes, miércoles y viernes entre las 9'30 y las 17'30. Los martes y jueves, sigue yendo Bernardino, el voluntario.

 

"Se crean unos vínculos muy fuertes entre usuarios y voluntarios", apunta Vanessa Martínez, quien marca mucho los límites de esta labor en cuanto al voluntariado. A los voluntarios se les da formación específica previa y se intenta cuadrar su disponibilidad con las necesidades de la familia, intentando que se dedique al menos una hora y media a la semana.

 

El programa de respiro es un servicio de acompañamiento en la vivienda o para acompañar a realizar algunas gestiones, como ir al médico u otras. "Pero el voluntario no es el chico de los recados", afirma Vanessa. "Si hay que ir a comprar el pan, la cuestión es vamos a comprar el pan juntos, el voluntario y el usuario. Se trata en todo caso de movilizar la energía del usuario".

 

El marido de Isabel, Eusebio, tiene un aspecto imponente, saludable y aseado. Se ve que ella lo cuida con esmero, lo mismo que la casa, que reluce de limpia. Eusebio sonríe todo el rato sin hablar y a duras penas responde cuando se le formula alguna pregunta por muy sencilla que sea.

 

Está escribiendo en un papel. Es una de las tareas que Isabel le pone como terapia para retardar en lo posible el avance de la demencia. Como si de un párvulo se tratara tiene que llenar el folio repitiendo la frase que ella ha escrito en el encabezado de la hoja: "Las estrellas brillan por la noche y sale la luna". Y él escribe una y otra vez la frase, obediente como un niño. En las líneas superiores la caligrafía es más que aceptable pero se deteriora y las líneas más abajo se distorsionan en la rectitud del renglón y la forma de las letras.

 

Isabel saca un álbum de fotos que se denomina "Diario de Vida", y que es una actividad del programa "de respiro". Consiste en un cuaderno donde los usuarios han ido pegando fotos de los momentos más importantes de la vida de la persona mayor, lo que se llaman "episodios" y conforman los eslabones de la memoria, conocida precisamente por "memoria episódica": nacimiento de un hijo, la compra del piso...

 

Los beneficiarios del programa hicieron su "Álbum de Vida" en la sede de Cruz Roja en Guadalajara. Un vehículo especial los recogió en sus casas una tarde. Acudieron provistos de las fotos. El álbum de Eusebio muestra su infancia, la boda con Isabel en 1969, el viaje de novios a Alicante y Mallorca, otros viajes con amigos, su mili. Episodios para que el cruel olvido no borre la vida de este hombre y la de su esposa, Isabel Gil, que afronta con dignidad los desafíos que la vida no para de ponerle en el camino.