Desde agosto pasado, Zimbabwe sufre una epidemia de cólera con cifras que no paran de crecer. Hasta el momento, 16.000 personas están afectadas, y 744 han muerto desde el inicio del brote.La capital, Harare, y las provincias de Mashonaland Central, Sur y del Oeste, Masvingo, Manicaland y las llanuras del interior registran la mayoría de los casos.
El porcentaje de mortalidad se sitúa en el 3,5% debido a la falta de medicamentos, fungibles y equipamiento en los centros de salud. La escasez de personal médico en centros de salud y hospitales públicos, la falta de supervisión en los enterramientos por parte de las autoridades sanitarias, y los desplazamientos internos de población, no hacen sino agravar la situación.
A este desolador panorama hay que añadir las deficiencias en los sistemas de abastecimiento de agua, lo que contribuye a la propagación de la enfermedad. Por citar un ejemplo, en Buridio, una de de las zonas más castigadas, sólo 300 de los 5.000 pozos han sido desinfectados.
Naciones Unidas ha informado también de nuevos casos de cólera en zonas fronterizas de Sudáfrica, Bostwana y Mozambique.