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INSERCIÓN SOCIAL
Actuamos con las personas vulnerables para que tengan las oportunidades y recursos necesarios para participar en la vida económica, social y cultural disfrutando de un nivel de vida y bienestar que se considere normal en la sociedad en la que ellos viven.
  • "Me gusta mucho tratar con las personas cara a cara"

    Dulce Romero, Jaén

     

    "Entra, te escuchamos, dice un cartel en la puerta". Y al otro lado está Dulce.

     

    Para muchas personas esta joven de Jaén es el primer rostro de Cruz Roja, como voluntaria de acogida y valoración.

    Su labor: "atender a quienes llegan por primera vez" y ser el primer eslabón en el Modelo de Atención a las Personas, que permite dar una respuesta integral a las personas vulnerables.

     

    "Me gusta poder tratar con las personas cara a cara. Me llama la atención que sean capaces de contar sus experiencias", afirma esta joven, que estudia
    Psicología en la Universidad de Jaén. "Me gusta el voluntariado por el contacto cercano con las personas. Me permite abrir los ojos al mundo".

     

    El voluntariado

    "Siempre me gustó el voluntariado. Tengo amigos que ya realizaban actividades de voluntariado e hicieron que me picase el gusanillo por esa labor. Hacer voluntariado me ha permitido abrir más los ojos al mundo, tratar con personas cara a cara y conocer sus diferentes historias, todo lo que han pasado hasta llegar ahí. Hace que mire al mundo de forma especial." 

     

    "Recuerdo una vez que llegó a la sala una mujer, que era refugiada y venía huyendo de su país, conocer su historia y su afán por superarse me impactó muchísimo, a pesar de todo lo que le ocurría siempre encontraba un motivo por el cual sonreír.  Me gustaría participar en algún otro proyecto de Cruz Roja".

  • "Nuestra prioridad con las personas sin hogar es que se sientan escuchadas"

    Ángel Luis Marcos, Córdoba

    Cada jueves, Ángel sale junto a un equipo de voluntarios y voluntarias a recorrer las calles de Córdoba para entregar alimentos y ropa a las personas sin hogar. Lo hace como parte de la Unidad de Emergencia Social (UES) de Cruz Roja en Córdoba, de la que es referente desde hace dos años. Además, también colabora como voluntario tutor para ayudar a que las nuevas personas voluntarias se integren en la organización.

     

    Desde siempre, Ángel ha sido una persona sensible hacia los problemas sociales. Ha colaborado como voluntariado en numerosas entidades, sobre todo, en proyectos de acogida y acompañamiento de personas sin hogar. 

     

    "Nuestra prioridad no es solo ofrecerles alimento o ropa, sino hablar con ellos", cuenta. "Son personas que permanecen solas todo el día y les ofrecemos la oportunidad de que cuenten sus inquietudes y sus problemas".

     

    Según Ángel, todas las personas voluntarias que integran el equipo poseen una característica principal: la Humanidad. "Somos personas muy diferentes pero cuando estamos haciendo una salida, somos iguales. A mí me enorgullece trabajar con todas ellas", explica. Una de esas personas es su hija, de 26 años, a la que ha inculcado sus valores y con quien comparte, a veces, turno en la Unidad de Emergencia Social. En esto también ha influido su mujer, que actualmente trabaja en un centro de acogida de personas sin hogar y que también ha dedicado toda una vida al voluntariado social.

     

    Ángel lamenta profundamente que existan aún personas que vivan en la calle. "Son personas olvidadas por la sociedad, sin identidad pero la verdad es que tienen todo un mundo detrás como cualquier otra persona", reflexiona. Tanto como si está de servicio como voluntario como si no, cada vez que ve a alguien en esta situación, Ángel se detiene a hablar, para informar de los proyectos que existen en la ciudad para ayudar a estas personas y hacerles saber dónde pueden conseguir ropa y comida.

     

    Su compromiso con este colectivo es tal que viajó hasta Madrid para participar en La Noche Sin Hogar, algo que encontró muy gratificante. Su intención, a partir de ahora, es organizar una en Córdoba para llamar la atención sobre este problema en la ciudad. Actualmente, también está trabajando en un proyecto audiovisual sobre el sinhogarismo.

     

    Para Ángel, el voluntariado le aporta mucho más de lo que da. "Cuando terminas la jornada, vuelves a tu casa con todas tus comodidades y te pones a pensar en la suerte que tienes", cuenta.

     

    Entrevistas y textos: Sandra Ragel

    Fotos: Alejandro Fortes

  • "En Cruz Roja nos relacionamos con otras familias y aprendemos de ello"

    Rocío Buceta, Cádiz

    "A ser madre no se termina nunca de aprender. Tengo un hijo de 21 y otro de 12, y no se termina en la vida", afirma Rocío, una gaditana que ha encontrado en Cruz Roja un lugar donde intercambiar las inquietudes, dudas y experiencias propias de la maternidad.

     

    Cada semana, acude a Cruz Roja en Chipiona donde, mientras los peques reciben apoyo escolar, padres y madres hablan de alimentación, de gestión de las emociones, de educación"

     

    Escuela de familia

    Lo llaman "escuela de familia", pero es un espacio para compartir: "Conoces a gente de distintas culturas, con distintas formas de ver las cosas, y sacas provecho de eso", explica Rocío.

     

    En estas reuniones también disfrutan del ocio con sus hijos e hijas: "Guardo unas manualidades de un taller en el que los peques  representaron el Mago de Oz".

     

    Rocío valora, sobre todo, la diversidad: "Antes era sota, caballo y rey y esto aporta otra visión"

  • "Cualquier persona puede sufrir una situación de vulnerabilidad"

    Mohamed Amin Mohand, Málaga

    "Me acuerdo de una mujer que vivía en la calle, que acudió a Cruz Roja, y desde aquí citamos a su familia. Finalmente pudo mantener contacto con ellos. Fue un caso muy bonito". Mohamed Amin Mohand apenas tiene 17 años, pero cuenta con un bagaje y una madurez apabullantes gracias, en buena medida, a su labor de voluntariado en Cruz Roja

     

    Este joven malagueño participa en el proyecto de Atención Integral a Familias, que cubre necesidades básicas a personas en exclusión social: "Además de la entrega de alimentos, higiene, vestuario, etc. Orientamos y mediamos con recursos sociales, trabajando en red con otras entidades. Hacemos mediación familiar y damos apoyo psicosocial".

     

    En esta atención integral, Mohamed recalca la importancia de "la empatía y la escucha activa, porque sobre todo necesitan que les escuchen".

     

    Y recuerda que a cualquier persona "nos puede tocar una situación de extrema vulnerabilidad".

  • "Voy en silla de ruedas y me ayudan a bañarme en el mar"

    Fernando Rivas, Cádiz

    Fernando usa silla de rueda debido a una enfermedad de nacimiento, pero se traslada cada verano desde su casa en Bornos (Cádiz) a las playas de Chiclana, a más de 50 kilómetros para bañarse en el mar gracias a las sillas anfibias de baño adaptado de Cruz Roja. "Me gusta porque es una playa muy cómoda", explica. 

    Cruz Roja Española fue pionera en implantar en Andalucía este servicio social, que complementa al propio servicio de socorrismo acuático con el que garantiza la seguridad en las playas.

     

    Aparte de usar los artículos de apoyo de Cruz Roja, Fernando recibe la atención cercana de los socorristas, que le ayudan a bañarse. "Le quieren mucho en Cruz Roja", explica un familiar.

  • "Cruz Roja me ayudó y ahora soy voluntaria y soy yo quien ayudo a otras mujeres"

    Kama Gertrunde Bede, Sevilla

    Bede es voluntaria en un centro de acogida de Cruz Roja en la provincia de Sevilla, donde se ofrece protección y atención humanitaria a mujeres inmigrantes especialmente vulnerables. 

     

    "Ayudo a las mujeres. Hablo con ellas y comparto mi experiencia".

     

    También Bede estuvo acogida en esa misma casa, hace tres años. "Me fui de mi país (Costa de Marfil) por culpa de la guerra. Tardé en llegar a España más de un año, tras pasar por varios países", explica Bede: El viaje en el mar fue muy duro. Yo quería irme a Alemania y cada día hacía la maleta" recuerda, pero en Cruz Roja la animaron a esperar y a estar más empoderada. 

     

    En el centro aprendió español y participó en muchas actividades de integración. Bede recuerda el día de su cumpleaños: "Me hicieron una fiesta; fue la primera vez que lo celebraba en mi vida".

     

    Bede recibió también ayuda en la solicitud de protección internacional y a los seis meses, decidió quedarse en Sevilla. Encontró una vivienda, un trabajo y una manera de devolver la ayuda, como voluntaria. 

  • "El voluntariado te enseña a no juzgar, a valorar a las personas"

    Yexica Flores, Huelva

    Yexica Mabiet Flores Valdés tiene 26 años y es graduada en Psicología, máster en Estudios de Género, Identidades y Ciudadanía. Tras hacer voluntariado en varias organizaciones, Yexica pensó que Cruz Roja era "una buena entidad porque permite la colaboración en varias áreas y programas simultáneamente", y de hecho, ha colaborando en programas tan diversos como Asentamientos, en Extrema Vulnerabilidad, y con el colectivo de personas refugiadas, como monitora formadora en temáticas de Género e Igualdad.

     

    Esta joven disfruta haciendo de la formación un espacio de visualización de problemáticas sociales, porque cree que sólo desde el conocimiento podemos convertirnos en agentes activos de lucha frente al patriarcado, la feminización de la pobreza, la cultura de la violación o los conflictos armados. Y todo ello lo pone desde 2016 al servicio de Cruz Roja en Huelva.

     

    Gracias a su paso por Cruz Roja, según sus propias palabras,  "soy una persona mucho más consecuente socialmente, una persona que intenta no juzgar ni adelantarse sobre las diferentes situaciones de las personas con las que tratamos y me ha permitido también posicionarme desde varias perspectivas para valorar cualquier situación". 

     

    A partir de su experiencia y siempre que se esté seguro de poder dar el 100%, Yexica anima al voluntariado "para que se experimente de primera mano quiénes y cómo se ayuda a los colectivos más vulnerables, cómo es la situación de las personas migrantes que huyen o dejan sus países de origen, cómo sobreviven las familias sin ingresos económicos o nuestros mayores sin compañía".

  • "Antes no salía de casa, pero ahora vivo más animada"

    Rafaela García Martínez, Almería

    "Hace 4 años, yo tenía una depresión gigante, no veía salida", recuerda Rafaela García, que a sus 68 años ha encontrado en Cruz Roja una motivación para "salir de casa".

     

    "No tengo palabras para describir lo bien que me acogieron. Todo el mundo me ayudó y me animaron a participar en todos tipo de talleres". Por ejemplo, aprendió informática. "Y me encanta", asegura esta vecina de El Ejido (Almería).

     

    "Venir a Cruz Roja, estar entretenida y relacionarme con otras
    personas me ha dado la vida".

  • "Cuando conozco a alguien solo veo a la persona, sin estereotipos"

    Carmen Domínguez, Córdoba

    Carmen es un torrente de espontaneidad, alegría y optimismo.

     

    Su experiencia en el extranjero le ha ayudado a potenciar esa faceta suya y a eliminar estereotipos y prejuicios de su imaginario a la hora de tratar con las personas. "Lo único que veo cuando conozco a alguien es a una persona. Nada más", explica.

     

    Actualmente colabora en el taller de alfabetización del programa de acogida a personas inmigrantes y refugiadas, donde imparte cursos de español. También ha participado en programas de igualdad, de captación de voluntariado, como traductora e impartiendo talleres de búsqueda de vivienda para personas refugiadas, entre otros.

     

    Carmen ha trabajado gran parte de su vida en el extranjero con el colectivo de menores en riesgo de exclusión social, algo que le satisfacía mucho personalmente. "Siempre me ha gustado trabajar en el ámbito social. Debe ser genético, ya que mi madre quería ser misionera".

     

    Hace unos años, una amiga le habló de un programa de empleo para mujeres desempleadas que tenía Cruz Roja. Fue en uno de los cursos de formación cuando conoció toda la oferta de voluntariado y decidió formar parte de la entidad.

     

    Para Carmen, el voluntariado de Cruz Roja es también una oportunidad para retomar sus habilidades y redescubrirse. Una de las cosas que más le gustan a Carmen de colaborar en Cruz Roja es que dejan un margen de actuación a los voluntarios para proponer nuevas iniciativas, lo que le permite dar todo de sí y disfrutar al máximo de la experiencia. 

     

    "A mí Cruz Roja me da más de lo que yo doy", afirma. Ahora incluso chapurrea algunas palabras en ucraniano, en ruso y en árabe, está al tanto de la actualidad internacional y cada día aprende algo nuevo de culturas diferentes.

     

    Al llegar a casa después de colaborar con personas refugiadas, Carmen cuenta que tiene mucha más energía para afrontar su vida, sus preocupaciones y sus problemas: "Aunque no tenga trabajo, no tenga dinero, coche, perro ni vacaciones, soy una de las personas más felices del planeta".

     

    Entrevistas y textos: Sandra Ragel

    Fotos: Alejandro Fortes

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