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CRONICA-Menores-Refugiados-Grecia

Los menores refugiados no acompañados de Grecia sueñan con reunirse con sus familias
20-08-2018

Protegidos por instituciones y organizaciones humanitarias,  necesitan que se les instruya en conductas básicas para proteger su salud.

 

Texto y fotos: Beatriz Garlaschi Rodríguez.

Cruz Roja Española. Atenas.

14 de agosto de 2018.

 

Son los niños y niñas refugiados que llegaron no acompañados a Grecia entre 2016 y lo que va de 2018, y que todavía tienen a algún pariente o familiar cercano en algún país europeo, la mayoría en Alemania u Holanda. Pero, ¿qué hacen un niño o una niña de ocho o nueve años solo en Grecia? ¿Cómo han llegado solos hasta aquí?

 

Es más habitual encontrar adolescentes refugiados no acompañados rozando la mayoría de edad. Solo un reducido porcentaje (menos del 15%) de menores refugiados no acompañados tiene la edad de los niños y niñas que visitan hoy el centro de Cruz Roja. Es entendible en cierta manera que los chicos y chicas adolescentes puedan sobrevivir solos a un viaje tan peligroso, pero, parece imposible que un menor de ocho o nueve años sea capaz de viajar miles de kilómetros sin sus padres. Pero así llegaron a Grecia miles de niños y niñas desde 2015.

 

En España, durante la guerra civil, muchos adultos se hacían cargo de niños de parientes o amigos. Es algo habitual en estos casos, cuando la guerra no da más opciones para salvar sus vidas, pero ya no lo recordamos, es algo que pertenece a la Historia. En esta otra historia hay niños y niñas que llegaron sin familiares desde Siria, Irak o Afganistán y esperan durante meses en Grecia hasta que se resuelvan los trámites de su reunificación.

 

No acompañados pero protegidos

 

Están de vacaciones y hoy, un grupo de 14 niños y niñas protegidos por las organizaciones  Melissa y Littlepugad, visita Educational Health Station (EHS) de Cruz Roja en Atenas para recibir consejos sobre cómo prevenir enfermedades y otras cuestiones relacionadas con la higiene y la salud. No paran de moverse, van de un lado al otro de la sala, como si el calor del verano hiciera más impaciente esa larga espera hasta poder abrazar a sus familiares.  La doctora Eleni Polydorou, pediatra del EHS, comenta que estos niños y niñas, al estar separados de sus familias necesitan que se les instruya en conductas básicas para proteger su salud: "Hoy están trabajando en cómo identificar focos infecciosos y están dibujando en unos rotafolios una casa en la que se indican los lugares en los que se pueden encontrar con más gérmenes, y dónde y cómo hay riesgo de contraer una infección, si no se dan las condiciones higiénicas adecuadas". Lavarse bien los dientes y las manos es otra de las cuestiones en las que se insiste constantemente cada día para mejorar sus hábitos higiénicos.  

 

Cruz Roja colabora con las organizaciones que trabajan y protegen a estos menores, como Melissa y Littlepugad.

 

Melissa es realmente una casa de acogida en la que trabaja la organización Littlepugad, un edificio entero en el que el ático está habitado por los menores no acompañados: niños y niñas que viven en espacios separados en los que los trabajadores sociales trabajan 24/7 por su seguridad y protección. Durante el curso se intenta que estén lo más integrados posible y además de los contenidos académicos, se les proporcionan actividades de psicoterapia, arte, ejercicios. Ese lugar es para ellos su casa, allí se les dedica un tiempo que, paradójicamente, otros niños refugiados con padres no pueden disfrutar, porque sus padres están ocupados buscando un medio de vida, o haciendo trámites sobre sus solicitudes de asilo.

El personal de salud, psicólogos y trabajadores sociales intentan mantener a los niños ocupados y mitigar su impaciencia ante el reencuentro con sus seres queridos: "A su corta edad ya han vivido cosas de adultos y, de alguna manera, en Europa podrán rehacer su vida, pero a su edad no entienden por qué tienen que esperar y todo lo proyectan en su futuro en otro país de Europa, da igual cuál, pero con alguien de su familia, cueste lo que cueste", cuenta Sandy, psicóloga de la organización Littlepugad, quien trabaja a diario con los menores.

 

Para estos menores, Grecia es una fase de trámites nada más y no entienden de papeleos ni por qué si los esperan en Alemania, tienen que estar en Grecia.

 

¿Cómo ha podido llegar a Grecia un menor refugiado de ocho años sin sus padres?

Se calcula que en Grecia hay unos 3.010 menores refugiados no acompañados (datos de marzo de 2018 del National Centre for Social Solidarity). Cada niño o niña tiene una historia única, aunque todas tengan un tronco común. Lejos de culpar a unos padres por enviar a sus hijos fuera del país, cada matiz de sus historias te ayuda a comprender por qué están solos, si algunos no son del todo huérfanos.

Cuando ves a niños y niñas de tan corta edad, te preguntas cómo han sobrevivido al cruce de fronteras entre varios países viajando solos, en medios de transporte inseguros, cruzando un terrorífico mar, sin saber nadar, sin saber nada de la vida de los adultos ni del por qué de las guerras, sin entender nada de lo que pasa en tu país, ni por qué ya no estás con tus padres, ni por qué viajas a expensas de la solidaridad de amigos y conocidos. Resulta aterrador pensar en que alguno de nuestros hijos pudiera cruzar países, caminos minados o campos de refugiados sin nuestra mano, y sin nuestro beso de buenas noches.

Pero todo puede haber sucedido en un día cualquiera, de una guerra cualquiera de estas que ya no nos escandalizan. Regresando del colegio o de un recado, llegas a casa y no queda nada: ni tu mesa, ni tu ordenador, ni tus juguetes, y en el peor de los casos, ni tus amigos, primos, o tus padres. Unos vecinos que han sobrevivido te sacan con ellos de la ciudad,  y viajas durante días, semanas, meses sin saber a dónde.  Echas de menos todo, lloras, te retuerces en tu dolor, pero estás a salvo. Primera parada, Turquía, un campo de refugiados y luego, aventura por el mar. No es tiempo de vacaciones ni de jugar para ti, y seguramente no verás los delfines del Egeo, pero navegas en una barca hinchable de las que venden en las jugueterías y a la merced de las olas. Con suerte llegas a una isla misteriosa, y después de unos meses, te plantas  en una gran ciudad en la que se habla un idioma extraño.

También puede ocurrir, comenta Sandy, que "en algún trayecto, los niños hayan sido separados de sus padres accidentalmente, o por los traficantes, en medios de transporte diferentes, con itinerarios diferentes y no consigan luego reunirse en su destino".

Grecia ha proporcionado a estos menores cierto alivio. Organizaciones y personas solidarias se esfuerzan en que su estancia temporal en el país sea lo más agradable y didáctica posible, que pierdan el menor tiempo posible, que los meses o incluso el año que pueden llegar a permanecer en Grecia, sea un buen recuerdo en sus vidas cuando sean adultos, y que no se ralentice aún más su educación, desarrollo y formación interrumpidos, para la mayoría, en la guerra.

Las actividades que Cruz Roja realiza en el Educational Health Centre de Atenas están financiadas con fondos de ECHO (Ayuda Humanitaria y Protección Civil de la Comisión Europea).

 

https://www.flickr.com/gp/cruzrojaes/R567S9