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En el patio de este antiguo colegio de monjas no hay solo niños jugando. Por él se pasean también madres con sus bebés, como Evelyn y el pequeño Dennis. Unos minutos de calma bajo el sol, en medio de la vorágine que significa empezar de cero, sin nada… y lejos de casa. |
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Esta antigua escuela es desde hace años un Centro de Acogida para personas inmigrantes y solicitantes de asilo de Cruz Roja. Y muchas de sus aulas se han transformado en habitaciones con baño.
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“Las familias viven juntas –explica Marta, del equipo de Cruz Roja, mientras nos enseña las instalaciones-. Si son muchos, hay habitaciones comunicadas. A cada habitación le corresponde un día para cambiar las toallas, un día para poner la lavadora, un día para limpiar espacios comunes… Así, van adquiriendo hábitos que luego les servirán cuando marchen a su propia casa”.
Algunos no han visto nunca una lavadora, y aquí aprenden a utilizarla. Muchos han llegado en patera, sin nada. Incluso algunos refugiados sirios siguen esa vía para entrar a nuestro país. El Centro les proporciona ropa y un kit de higiene.
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“Evelyn llegó así, en patera, embarazada. Es de Uganda. Se le diagnosticó VIH. Dennis fue tratado desde su nacimiento y está bien” –comenta Marta.
La joven madre, como muchos de los que llegan en patera, recibió apoyo psicológico. “Es necesario –aclara Marta-. Han vivido circunstancias traumáticas. Algunas madres sufren una pérdida de apego con su bebé, y si les preguntas, no saben qué talla usan sus hijos ni qué les gusta comer”.
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En los primeros meses en el Centro, Evelyn y el resto de residentes recuperan la estabilidad emocional y aprenden cosas útiles para su nueva vida.
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“Asisten a talleres de habilidades sociales, vivienda, búsqueda de empleo, capacitación profesional, informática… -enumera Marta, mientras abre la puerta de una clase-. Y algo básico: castellano”.
En la pizarra del aula, una lista de términos para aprender: familia, abuelo, padre, madre, hijo, suegro, madrastra, …
Nuevas palabras que ayudarán a la “madre” Evelyn a integrarse en el mundo que le toca experimentar a partir de ahora, con la esperanza de dar a su “hijo” Dennis una vida mejor.
*He cambiado los nombres que aparecen en el artículo para respetar la privacidad de las personas.
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