Su casa había sido totalmente destruida por el tifón. “Quería extender toda la ayuda que recibí a más gente. Así que cuando vi a unos voluntarios de Cruz Roja, les pregunté cómo podía ayudar. Me animaron a que me hiciera voluntario".

Joshe vive en Amandayehan, una de las distintas pedanías o “barangays” (en tagalo)  que forman la ciudad de Basey, en la provincia de Samar Occidental. En esta provincia, Cruz Roja Filipina está construyendo 2.000 viviendas nuevas y está reparando otras 1.000 en colaboración con Cruz Roja Española, Cruz Roja Alemana y Cruz Roja Finlandesa, además del apoyo de la Oficina de Ayuda Humanitaria de la Comunidad Europea (ECHO)​​. Las paredes de hormigón de la antigua casa de Joshe están medio en ruinas, pero aún aguantan en pie. Son la huella silenciosa de la pesadilla que vivió él y su familia el pasado 8 de noviembre: "Ha sido el momento más triste e inolvidable de mi vida”. Su padre y su hermano se quedaron atrapados en el interior de la casa, pero sobrevivieron.

Por encima esas paredes derruidas, se asoma el tejado rojo característico de las casas que Cruz Roja construye en la zona. Así como las paredes de bambú trenzado de la nueva casa de su familia. La estructura es de madera, pero con un diseño a prueba de vientos. Y los cimientos, de hormigón, se encuentran a un metro de la casa, elevada sobre el suelo para evitar inundaciones. El propio Joshe participó como mano de obra en la edificación, por lo que él sabe mejor que nadie qué tan seguro puede ser.

"Ahora soy muy feliz”. Como voluntario, Joshe ayuda a que se levanten otras casas como la que recibió su familia: está presente en la entrega de materiales, realiza encuestas a los beneficiarios y comprueba que las reparaciones de casas se llevan a cabo. Él mismo anima a más personas a sumarse al voluntariado.