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Jordi Nomen: "A la adolescencia no hay que hiperprotegerla ni desprotegerla"
LA MIRADA DE
Jordi Nomen
“A la adolescencia no hay que hiperprotegerla ni desprotegerla”
Jordi Nomen
14/05/2024
ESCRITO POR:
ENTREVISTA POR:
Irene Ronda

Humanidad

14/05/2024
ESCRITO POR:
ENTREVISTA POR:
Irene Ronda

Humanidad

Profesor de filosofía y ciencias sociales, licenciado en Historia Contemporánea y escritor

Con su bestseller ‘El niño filósofo’ (2018), Jordi Nomen se consolidó todo un referente en el campo de la filosofía para niños y niñas. Hoy, junto a él, quitamos telarañas a una etapa, a menudo mal vista y cargada de estigmas como es la adolescencia. Abrir un canal bidireccional entre padres y adolescentes donde prime la escucha, los límites y la empatía será el inicio de un entendimiento fructífero y sano. 

Teniendo en cuenta la visión que a menudo se tiene acerca de la adolescencia ¿qué palabra asociarías a esta etapa?

Asociaría el término adolescencia a crecer hacia la madurez. Es como una navegación hacia esa autodeterminación. Es un tránsito, un camino, un proyecto… y hay que ayudar a que llegue a buen puerto.

¿Qué mitos hemos integrado como ciertos en torno a la adolescencia?

Precisamente en mi último libro ‘Cómo hablar con un adolescente y que te escuche’ dedico un capítulo entero a desmontar estos mitos uno a uno. Me parece que vincular a estas personas con el conflicto permanente, la irresponsabilidad total, el excesivo consumo de las redes sociales, la pereza o el desinterés… es una visión tan negativa hacia ellos y ellas que más que una navegación parece un naufragio. Y no es así, la adolescencia es una etapa maravillosa en el que uno o una se está construyendo como persona, está pintando ese lienzo de futuro en el que va a tratar de ser un o una ciudadana participativa, responsable y crítica. 

Además, en la adolescencia hay una gran fuerza hacia las injusticias y ese poder que tienen de defender las causas sociales deberíamos potenciarlo y aprenderlo de ellos y ellas. Es una etapa apasionante llena de primeras veces y hay que acercarse a ellos y ellas con otra mirada. Acercarse pensando que, como toda persona, tienen mucho que aportar.

¿Por qué parece que la infancia queda en el olvido cuando la adolescencia llama a la puerta?

Por ley de vida. Nuestra vida nunca es una línea recta ascendente, en cambio nos gusta imaginarla así. Se nos olvida que nosotros también fuimos adolescentes. Y no deberíamos olvidarlo.


¿Qué podría suponer que los padres tuvieran más presente su propia adolescencia para entender mejor la de sus hijos e hijas?

Muchos padres y madres deberíamos tener una hora de conversación con los abuelos para recordar nuestra adolescencia. Es importante tomar conciencia. 

A los padres y también a los profesores les cuesta conseguir una buena relación con los y las adolescentes, ¿cuál es el secreto para dirigirte a ellos y que la escucha sea bidireccional y efectiva?

Yo creo que hay que mantener un canal abierto. Y este canal no pasa por los temas que les interesan a los adultos, sino por los que le mueven al adolescente en cuestión. Si tú, por ejemplo, les pides que te hablen de su música, sus series o de los cotilleos de la clase, te hablan y te lo explican. Es importante poner el foco en los temas de los que los y las adolescentes quieren hablar más que imponer los temas de conversación. 

Por ejemplo, para hablar de temas delicados o comprometidos un truco es plantear situaciones que les han pasado a terceros. Es una buena herramienta para despertar la atención del adolescente y que se abra. 

Mantener un canal abierto hará que cuando haya un problema real, el o la adolescente querrá acudir a ti porque el adulto que se va a encontrar va a ser alguien que escucha y no sentencia.

¿Qué mirada sobre la adolescencia consideras que has ofrecido a la sociedad que antes, quizás, estaba desdibujada o segmentada?

Yo creo que me he empeñado en intentar que el adolescente sea visto como una persona, así como entender que ellos y ellas están en una etapa en la que buscan puntos de referencia. En el caso de la gestión emocional pueden valerse de sus amistades, pero en estos casos buscan a referentes adultos. Por tanto, si estos responden con falta de paciencia o desgana pues algo estamos haciendo mal como referentes. 

Es importante hacer un análisis como adulto para alcanzar ese difícil equilibrio. Es importante quererlos y tender lazos de amor, pero también debemos exigirles para tratar de que sean la mejor versión de sí mismo. 

Si yo consigo que los adultos vean a sus adolescentes como una persona que tiene mucho que aportar, igual que se ve en la infancia, eso es que algo he hecho bien.

Tu último libro se titula 'Cómo hablar con un adolescente y que te escuche’. Este es uno de los dilemas a los que muchos padres se enfrentan ¿qué consejos básicos les darías?

Cada adolescente es un mundo y no podemos dar consejos generalistas sin conocer el contexto de cada uno o una, pero desde mi propia experiencia creo que no hay que hiperprotegerles ni desprotegerlos. 

Hay que permanecer a su lado y dejar que se equivoquen y eso no es fácil, pero es fundamental. Hay que evitar el efecto pigmalión en sentido negativo, es decir, creer que no van a conseguir nada y que todo lo van a hacer mal predispone ya nuestra mirada hacia ellos y ellas. Por tanto, hay que utilizar el efecto pigmalión en positivo y creer que lo pueden hacer, que lo van a intentar y que si fallan van a aprender de ello. 

A veces, en esta etapa cuesta que quieran pasar tiempo con nosotros. Por eso, es interesante pedirles ayuda en lugar de ordenarles. Por ejemplo, si te apetece salir a correr con tu hijo o hija puedes comentarle que le vendría bien que te acompañara a correr porque necesitas de su presencia para determinado ejercicio. Quizás, haciéndole partícipe de tu plan de esta manera más amable, la cosa cambia. 

¿Juega la paciencia un papel importante en esta etapa concretamente?

La paciencia es el papel estrella. Es fundamental mantener el control porque eres referente. Ellos y ellas en ocasiones te pueden poner en situaciones límite y si tú pierdes el control se les cae esa autoridad. 

La autoridad no es porque soy tu padre o tu madre, la autoridad la mantengo porque tengo más experiencia que tú, porque quiero que progreses, porque quiero ayudarte. Esa es la autoridad que te da el amor. 

La paciencia es clave. Hablar con calma. Es fácil perder los nervios, pero si pierdes el control el canal que habíamos abierto se cerrará. Que te escuche no es que haga lo que tú le digas, es que reflexione sobre lo que tú le quieres contar.

¿Cuál dirías que es la pieza del puzzle que a menudo falta a la hora de educar a un o una adolescente?

Para mí es la idea de pensar que nuestra adolescencia fue maravillosa y que ellos y ellas son un desastre porque no lo están haciendo bien. A veces, les ponemos retos tan grandes que no pueden con ello. Hay que ponerles pesas sí, pero debe ser el “peso” adecuado para su edad y su condición. Tienes que ir probando y gestionar la carga de responsabilidad es fundamental. 

Saber felicitar también es tan importante como saber reñir, saber pedir perdón es tan importante como saber dar las gracias. Y esto los adultos deben saber ofrecerlo a los adolescentes.

¿Han influido las tecnologías en el comportamiento de los y las jóvenes?

Muchísimo. Los adultos tenemos claro que hay un mundo real y un mundo digital, pero esto no es comprensible para un adolescente. Su mundo digital es el mismo que el real. En lo digital ellos se descubren y se definen. Por tanto, es importante ayudarles a descubrir tanto los riesgos como los beneficios de las tecnologías. Ellos y ellas sienten lo que conocemos ahora como FOMO (Fear Of Missing Out) y notan que se alejan de sus círculos, por eso es importante darles consejos sobre el buen uso, pero no imponerles las cosas.

¿Ves un avance o una manera diferente de educar a los y las adolescentes, ¿dónde lo ves?

Una niñez donde ha habido un apego seguro y una exigencia constante, es decir, con un peso adecuado a su edad, es una adolescencia mucho más tranquila que si eso no ha pasado. Lo que se transmite en la niñez llega a la adolescencia. Si hemos fallado ahí pues hay que ponerse las pilas en las etapas siguientes. Los adolescentes necesitan sentirse queridos y al mismo tiempo exigidos, sentir que hay unos límites y unas normas y debemos encontrar esa negociación juntos. Hablar de mínimos y no de máximos y negociar. 

¿Qué mensaje o granito de arena pretendes dejar a través de tu discurso?

Yo creo que insistimos mucho en que sean felices, lo que pasa es que la felicidad desde el punto de vista filosófico pasa a ser algo muy subjetivo y muy personal. Yo insistiría más en la libertad. Lo que hay que conseguir es que estos chicos y estas chicas sean libres para que puedan avanzar hacia esa autodeterminación. Y la libertad es algo que se educa con el pensamiento crítico, el pensamiento creativo y el pensamiento cuidadoso hacia los demás. 

La felicidad es una valoración de la vida, en cambio la libertad es una conquista. Felices ojalá que lo sean, pero si educas en libertad y esta va unida a la responsabilidad y al amor me parece un camino perfecto hacia la felicidad. Amar tanto cuanto sea posible, amar lo que haces, amar a quien tienes al lado. Amar, amar y amar. Libertad y amor es un cóctel magnífico.

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