"¿Qué elegirías, vivir o morir?". Esa es la pregunta que desde el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (FICR) y el Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja en su conjunto plantean en su nueva campaña contra las bombas nucleares. Esa es la pregunta que formula un amigo a otro mientras los dos se encuentran en una playa.
Desde el Comité Internacional de la Cruz Roja- CICR y la Federación de la Cruz Roja y Media Luna Roja - FICR proponen a la población a nivel mundial "decidir el futuro de las armas nucleares antes de que ellas decidan el nuestro" e invitan a sumarse a su campaña contra este tipo de armamento, con el fin de instar a sus gobiernos a firmar y ratificar el Tratado sobre la prohibición de las armas nucleares.
Desde la primera y única vez en que se emplearon armas nucleares, en 1945, la comunidad internacional se ha esforzado por zanjar la cuestión de la aplicación del derecho de la guerra a esas armas. Durante décadas, el discurso acerca de las armas nucleares se centró en sus aspectos militares y de seguridad, así como en las preocupaciones sobre su proliferación. Sin embargo, el debate se extiende cada vez más hacia las implicaciones del empleo de esas armas en el plano del derecho internacional humanitario (DIH) y hacia sus catastróficas consecuencias humanitarias.
Existen razones humanitarias, morales y jurídicas que justifican la prohibición de las armas nucleares. Son el tipo más destructivo de armas creado hasta ahora, y su uso o ensayo generarían consecuencias catastróficas en el plano humanitario. Esas consecuencias son resultado del calor, la onda de choque y la radiación generados por la explosión nuclear, así como por el hecho de que estas fuerzas pueden extenderse a grandes distancias. Como se comprobó en los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki en 1945, la detonación de un arma nuclear en una zona poblada o en sus cercanías puede provocar una enorme cantidad de víctimas y daños generalizados en la infraestructura civil. También puede devastar las instalaciones y los servicios médicos, por lo cual las actividades de socorro y asistencia se tornan casi imposibles, lo que evidencia la falta de capacidad de respuesta humanitaria adecuada inmediatamente después del bombardeo. Muchos sobrevivientes serán víctimas de enfermedades causadas por la radiación en las semanas y los meses siguientes, mientras que otros enfrentarán un mayor riesgo de contraer ciertos tipos de cáncer más adelante.
Si bien ya encontramos una serie de acuerdos internacionales que limitaban el desarrollo y la proliferación de armas nucleares, estas armas se prohibieron a nivel internacional apenas en 2017, cuando se aprobó el Tratado sobre la prohibición de las armas nucleares. Desde 1945, el Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja ha instado a que se prohíba el uso de armas nucleares, y saludó la adopción del Tratado como una medida histórica y esperada para eliminarlas. Dadas las tensiones que se registran a nivel regional e internacional, el riesgo de que se empleen armas nucleares es el más alto desde la Guerra Fría. Para lograr que las armas nucleares no vuelvan a emplearse nunca más y sean eliminadas por completo, el Movimiento exhorta a los Estados a que se adhieran al Tratado y a que cumplan sus obligaciones y compromisos de larga data en materia de desarme nuclear.
El Tribunal Internacional de Justicia, en su Opinión consultiva de 1996, no encontró ninguna norma internacional que prohibiese de manera específica y en todas las circunstancias la amenaza o la utilización del arma nuclear pero sí hizo constar de forma unánime que todo uso del arma nuclear debería respetar las normas e imperativos del Derecho Internacional Humanitario y que, en general, la amenaza o la utilización de las armas nucleares serían contrarios a las normas de Derecho Internacional aplicable a los conflictos armados y en particular a los principios y normas del Derecho Internacional Humanitario.
Es el momento de aunar esfuerzos para eliminar las armas nucleares, su uso provocaría efectos devastadores sobre la salud, la agricultura, los recursos naturales y la situación demográfica de las zonas afectadas. Es imposible limitar su poder de destrucción en el espacio o en el tiempo y un “arma ciega” que vulnera, por su naturaleza, las normas básicas y principios fundamentales del Derecho Internacional Humanitario. Las armas nucleares constituyen un grave peligro para la humanidad y las generaciones futuras.
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