Imaginen que casi toda la población de la Comunidad de Madrid tuviera que dejar su vida y repartirse en campos de refugiados desbordados por la avalancha de personas y necesidades. Así ocurre con más de 5,6 millones de personas, la mitad de ellas niños y niñas, que han huido de la violencia en una guerra como la de Siria, enquistada tras 8 años de destrucción, con centenares de miles de muertos y más de una cuarta parte de sus habitantes desplazada más allá de sus fronteras.
Las necesidades de las personas refugiadas de un conflicto armado siempre son urgentes, pero la diáspora de una población tan grande ha implicado una crisis humanitaria sin precedentes en la región. Por eso la reacción inversa, la de la solidaridad y protección de la vida, también se ha tenido que multiplicar en volumen, esfuerzo y coordinación entre países.
Así es la respuesta internacional de Cruz Roja y Media Luna Roja, que integra la ayuda de 15 organizaciones nacionales, entre ellas Cruz Roja Española, para una intervención a gran escala en poblaciones, campos y asentamientos improvisados repartidos por Turquía, Líbano, Jordania, Irak y Egipto.
Este compromiso humanitario se ha concretado en un el programa Madad, que en árabe significa “ayudar juntos” y recibe financiación principalmente de la Unión Europea, además de ayuntamientos, administraciones y donaciones directas de la ciudadanía.
Madad permite ayudar a esas personas obligadas a huir de su país y responder a sus necesidades inmediatas en salud, alimentación o apoyo psicosocial para mejorar en lo posible su vida. Y no sólo de la población refugiada, sino en las comunidades locales donde se han desplegado los campos para facilitar la convivencia a pesar de unas circunstancias tan duras y una crisis tan prolongada.
La ayuda de Cruz Roja responde a necesidades tan preciadas como la salud, junto con las actividades de apoyo psicosocial, canalizando su cooperación con la Cruz Roja libanesa y la Media Luna Roja palestina presente en el Líbano.