La historia del mundo es la historia de las migraciones. ¿Cuántas personas conocéis que vivan donde han nacido? ¿y dónde nacieron su padre y su madre? ¿y sus abuelos y abuelas?... 

Pero la historia de la humanidad, también lo es de las migraciones forzadas... Causas climáticas, guerras, incluso la esclavitud, provocaron movimientos migratorios involuntarios, millones de personas que, al moverse de sus países, quedaban desprotegidas, en un entorno donde los derechos se limitaban al estado nación.  

Aunque ya en el año 539, Ciro el Grande tomaba la decisión de liberar a los esclavos, tras tomar Babilonia, y declarar que todas las personas tenían derecho a escoger su religión y declarar la igualdad racial; no fue hasta 1948, en el seno de las Naciones Unidas, que la Declaración Universal de los Derechos Humanos  vio la luz.  

Años después, en 1951, se aprueba La Convención sobre el Estatuto de los Refugiados, en ella se define el término "refugiado" y se establecen normas mínimas relativas al trato debido a las personas reconocidas como refugiadas. 

Así, las personas refugiadas están protegidas por el Derecho Internacional Humanitario, y el Estatuto del Refugiado. Y las personas migrantes, desplazadas, etc., como cualquier ser humano, están protegidas por la Declaración Universal de los Derechos Humanos.  

Estos últimos son universales, indivisibles, inalienables y transportables. Los "migrantes" son primero y sobre todo, personas, y por el principio de universalidad, todos los estados, de origen, tránsito y residencia son responsables de la protección de los derechos humanos de las personas migrantes.