Preguntas frecuentes que surgen al cuidar

 

Las personas cuidadoras no profesionales son las que dedican gran parte de su tiempo a cuidar de una persona en situación de dependencia. Normalmente suele ser de su entorno familiar cercano (padres/madres, pareja, hijas/hijos, etc.)

 

La mayoría de personas cuidadoras asumen esta tarea como una responsabilidad y una reciprocidad hacia la persona cuidada.

 

 

La necesidad de cuidados dependerá de cada persona y de su situación de dependencia. Una enfermedad, un deterioro general de la salud física y psíquica, una situación de ansiedad, depresión o un proceso de duelo pueden necesitar de una atención puntual o continuada de cuidado por parte de otra persona.

 

 

Las tareas y responsabilidades más comunes que adoptan las personas cuidadoras suelen ser:

 

  • Prestar apoyo para la realización de las Actividades Básicas de la Vida Diaria (higiene, cocina, limpieza, etc.)
  • Ayuda para el desplazamiento dentro y fuera del domicilio.
  • Supervisar y ayudar en la toma de medicación.
  • Apoyar pequeñas tareas de asistencia (manejo del televisor, gestión del dinero, etc.)

 

 

La experiencia de cuidar es distinta para cada persona, ya que en ello incide, en qué situación personal se encuentra, a quién se cuida, por qué motivo, cuál es la relación, qué grado de dependencia tiene, etc.

 

 

Esta nueva realidad implicará la aparición de cambios en el entorno familiar, en el trabajo, la economía, el tiempo libre, en el estado de salud propio, etc. Por todo ello, es importante y recomendable, valorar lo antes posible la nueva situación e intentar encontrar estrategias de cuidado que favorezcan tanto a la persona dependiente como a la propia familia. Consensuar en el mayor grado posible las decisiones que se deban adoptar y compartir las preocupaciones que puedan surgir de esta nueva situación, favorecerá la aparición de situaciones futuras y conflictos familiares.

 

 

Cuidar es una de las experiencias vitales más satisfactorias y conmovedoras que podemos hacer al largo de nuestra vida. Cuidar a otra persona nos permite:

 

  • Estrechar la relación con la persona que cuidamos.
  • Descubrir actitudes, aptitudes y habilidades de nosotros/as mismos/as.
  • Sentirnos queridos/as por nuestro/a familiar.
  • Gestionar mejor nuestras emociones.
  • Ser más pacientes y comprensivos.
  • Sentirnos útiles en nuestro día a día.
  • Adquirir y/o ampliar nuestros conocimientos y habilidades en el cuidado de personas

 

Es importante destacar que el éxito en los cuidados será mayor y se alcanzará más pronto si la persona cuidadora aprovecha todos los apoyos que tiene disponibles, tanto para el cuidado de su familiar con dependencia, como para sí misma.

 

Una de las mejores estrategias, es la elaboración de un Plan de cuidados, que nos ayudará a organizar, planificar y delegar las diferentes tareas.

 

 

Para minimizar los problemas que encontraremos mientras adquirimos las destrezas necesarias para el cuidado, una buena estrategia es elaborar un Plan de cuidados.

 

Un plan de cuidados nos ayudará a:

  • Gestionar el tiempo adecuadamente.
  • Satisfacer las necesidades de nuestro familiar.
  • Sacar tiempo para nosotros mismos.
  • No desatender los cuidados y el mantenimiento básico del hogar.
  • Tomar decisiones acertadas respecto del cuidado del familiar.

 

El Plan de cuidados debe recoger:

 

  • Las tareas que debemos realizar como cuidadores.
  • Los momentos en que los que debemos realizar tales tareas.
  • Que pasos comprende cada una de las tareas.
  • El tiempo que debemos invertir en cada una de las tareas.
  • Quién debe hacer cada una de las tareas.
  • Los tiempos y momentos que dedicamos a otras actividades (trabajo, tiempo libre, etc.)

 

 

Son aquellos pensamientos y sentimientos negativos o dañinos que no se corresponden con la realidad objetiva de la situación que los genera y que aparecen de forma constante u obsesiva.

 

 

Los principales síntomas que provoca su aparición suelen ser:

  • Tristeza
  • Preocupaciones intensas y recurrentes.
  • Estados frecuentes de mal humor.
  • Enfados sin motivo aparente.
  • Sensibilidad elevada ante problemas poco importantes.
  • Sentimientos de culpa.
  • Insatisfacción en nuestra labor de cuidadores.

 

Es importante abordar este tipo de pensamiento y la mejor manera de afrontarlos es:

 

  • Reconocer cómo nos sentimos.
  • Expresar nuestros sentimientos.
  • Pedir ayuda.
  • Actuar en función de nuestras capacidades.
  • No sentirse culpable.
  • Ante una situación de conflicto alejarnos durante unos instantes nos permitirá evaluar su importancia.
  • Gestionar el autocuidado: realizar ejercicio físico, actividades de ocio, etc.
  • Descansar.

 

 

El autocuidado implica tener una actitud constante y activa hacia el mantenimiento de nuestro bienestar y proactiva ante la resolución de los problemas que nos afectan.

 

El autocuidado nos permitirá:

  • Encontrarnos en mejor disposición física y mental para realizar las tareas del cuidado.
  • Tener fortaleza y capacidad para afrontar las situaciones que supone cuidar a un familiar.
  • Realizar los esfuerzos físicos y emocionales que precisan algunas tareas.
  • Tener sensación de control de nuestra vida y realidad cotidiana.
  • Tener elevadas dotes resolutivas.
  • Mantener un estado de serenidad y bienestar en todo momento.

 

 

Estas son algunas formas de conseguir autocuidarnos: 

 

  • Mantener tus aficiones propias.
  • Fomentar la autonomía de la persona cuidada.
  • Delegar tareas en otras personas.
  • Expresar emociones y preocupaciones.
  • Mantener hábitos de vida saludables
  • Tener tiempo propio es vital, no lo confundamos con egoísmo.
  • Evitar el aislamiento, manteniendo redes sociales de apoyo y relaciones personales

 
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