Empecé como voluntario en Cruz Roja en el año 1991 porque quería ayudar a las personas que más necesitan nuestra ayuda: personas vulnerables como los niños y niñas, o los mayores. Encuentro satisfacción personal en una sonrisa, un abrazo o unas palabras de alegría: un cúmulo de buenas sensaciones que hace que cada día este más feliz
He sido director provincial y vocal del consejo nacional de Cruz Roja Juventud (CRJ), y en la actualidad soy el director de CRJ en la Asamblea local de La Solana. Colaboro en todas las áreas de CRJ, además de con personas mayores e inmigrantes. Estoy asimismo en el programa de infancia hospitalizada; es impresionante ver las sonrisas de los padres y los niños cuando estás haciendo actividades con ellos.
En este tiempo he tenido muchas experiencias. Recuerdo el caso de una persona mayor y dos personas discapacitadas en silla de ruedas, madre y dos hijos, que realmente me impulsó más a ayudar a las personas que lo necesitan. El valor de la madre por sacar a sus hijos adelante, siendo ella una mujer con 75 años, te hace plantearte que el voluntariado es necesario, y que nosotros somos piezas fundamentales dentro de este gran puzzle que es la sociedad que vivimos: en suma, que merece la pena ser voluntario.