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Vivir debajo de un puente. Esta noche junto a los voluntarios y voluntarias de Cruz Roja compruebo que no es una frase hecha. Encontramos a Vicente bajo un puente de diseño. Duerme mientras su radio retransmite el Barça. Sin despertarlo, le dejamos una bolsa con madalenas y pizza y continuamos nuestro recorrido nocturno. |
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“Aunque es una ciudad pequeña, cada noche vemos a 25 o 30 personas” –me comentan Paqui y Antonio, coordinadores del proyecto- algunos llevan un montón de años en la calle. Los conocemos por su nombre. Muchos ciudadanos no se creen que exista esta realidad en su ciudad. El ‘Café solidario’ también sirve para eso, para hacer visible este problema.”
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Asimismo, la actividad es muy útil para identificar qué otras necesidades pueden tener estas personas y derivarlos hacia otros servicios de Cruz Roja, al médico, etc. Los voluntarios, que cada noche recorren la ciudad hasta la una de la madrugada, toman nota de todo: quién es, dónde está, qué le ofrecen…
Hoy acompaño a Luís y María. Hemos empezado la noche ante una panadería y un restaurante que colaboran con el proyecto. Allí, cargamos el agua caliente para el café y el caldo y recogemos bollería, pan, pizzas,… “También llevamos ropa interior y a veces damos mantas, sacos, … hay gente que no tiene ni un cartón” – apunta María.
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“Ya sabemos dónde encontrarlos” – explica Luís. Y en el circuito nocturno vamos pasando por cajeros, coches para el desguace, un puente, un parque, … Me comenta que el problema de la bebida está detrás de muchas de estas historias. “Pero ahora con la crisis, nadie se libra. Tenemos el caso de un voluntario que está durmiendo en la calle con su padre, desahuciados.”
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El servicio es más necesario que nunca, y desde su inicio se ha ido ampliando. Empezaron con un café y un caldito y gracias a la colaboración de ciudadanos, pequeños comercios y grandes empresas, ahora pueden ofrecerles algo de comer y pequeñas ayudas para el dentista, para que se corten el pelo… “Este invierno bastantes de ellos han podido dormir en el hostal”, comenta Paqui.
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“Café Solidario está activo de octubre a marzo;” –me informa- “con el buen tiempo, muchos se van a zonas turísticas”. Los que no se marchan, pueden acudir al Reparto de Alimentos de Cruz Roja.
A la una aparcamos la furgoneta, aún con el corazón encogido por la experiencia. Me voy a dormir bajo techo, sintiéndome un poco culpable. Me reconforta saber que Paqui, Antonio, Luís, María y miles de voluntarios de Cruz Roja en toda España siguen al pie del cañón cada invierno, y me alegro de que Vicente encuentre algo de comer cuando despierte.
*Menos Paqui Toribio y Antonio Pizarro, el resto de nombres se han cambiado para respetar la intimidad de las personas.
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