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Entrevista a Socios

"Entre tantas dificultades, la gente conserva su capacidad de sonreír"

Irene Peiró

Irene Peiró. Delegada de Cruz Roja Española en Mauritania

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"Miro por la ventana y, durante kilómetros y kilómetros, nada recuerda a una ciudad, a un pueblo... No hay rastro de presencia humana. Seguimos una ruta por Mauritania, con un vehículo de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (FICR), y, a ambos lados de la carretera, sólo se ve un paisaje árido y desértico. Empiezo a entender por qué, en un país con una superficie de 1.030.700 Km2 (el doble que España), sólo viven poco más de 3 millones de personas. 

Hace mucho calor y el termómetro supera fácilmente los 40 grados durante el día. En el mismo aeropuerto, cuando llegué a Mauritania hace una semana, ya sentí por primera vez el aire cálido del África occidental. Además, este año todavía hace más calor del que es habitual y hace mucho tiempo que no llueve.

En Mauritania, el nivel de lluvias ha bajado de un 30 a un 50% respecto el año pasado, cosa que está empezando a provocar graves problemas entre sus habitantes. Un 80% de la población vive de la agricultura y de la ganadería y, sin agua, peligran sus medios de subsistencia. No es que la sequía explique las dificultades del país, donde el hambre y la malnutrición son problemas endémicos que afectan del 10 al 15% de la población, pero sí que las ha agravado. De momento, la producción agrícola ha bajado a la mitad.

Esta situación, que puede provocar una emergencia en el país durante los próximos 3 meses, ha llevado a la FICR a realizar una misión de evaluación de los problemas de seguridad alimentaria en Mauritania. Después de este análisis, la idea es poner en marcha tanto medidas de urgencia como algún proyecto de desarrollo.

Además de los miembros de la FICR, el equipo del que formo parte cuenta con personal de la Media Luna Roja Mauritana y de la Cruz Roja francesa. La mayoría de gente acumula mucha experiencia: me acompaña la delegada de la FICR de Seguridad Alimentaria para toda la región del Sahel y el jefe de la misión ha participado en muchos otros proyectos en diferentes países de África, Asia y el Oriente Próximo. En cambio, para mí, es la primera vez para todo: en Mauritania, en África, en una misión... Pero, siempre hay una primera vez y no dejo de aprender cosas y de sorprenderme constantemente por cosas que el resto del equipo ya tiene más asimiladas.

Del primer pueblo que visitamos, me impresiona constatar que sólo dispone de un solo punto de agua, un pozo de donde beben tanto las personas como los animales. Tienen graves problemas de agua y saneamiento y, para 500 personas, sólo hay dos letrinas.

El problema más frecuente en otros poblados que visitamos son las dificultades para alimentar el ganado. En todo el país, muchos pastores han empezado a vender sus animales, porque no tienen comida para mantenerlos en vida, cosa que ha provocado una bajada de los precios. Para poner un ejemplo, el precio de una vaca ha pasado de 80.000 a 40.000 ouguiyas, la moneda mauritana (1 euro = 384,84 ouguiyas).

Algunas familias ya están emigrando hacia el sur del país en busca de algún punto verde que los permita alimentar a su ganado. Cerca del río Senegal, que separa a este país de Mauritania, no escasea tanto el agua y se conservan todavía algunos cultivos de regadío.

En esta zona del país se puede producir una concentración de población durante los próximos meses, porque, además, tampoco es fácil cruzar la frontera con Malí o Senegal. Las autoridades de estos países están empezando a restringir el paso de los inmigrantes mauritanos.

Aún así, me sorprende ver cómo, en medio de todas estas dificultades, la gente conserva su capacidad de sonreír. La población local nos recibe con los brazos abiertos en todos los lugares a los que vamos y los niños y las niñas no paran de sonreír cuando me ven disparar la cámara.

Los “Chefs de Village”, las autoridades locales, nos invitan a entrar a su casa y, constantemente, nos ofrecen lo que tienen. Hace unos días, un grupo de mujeres también nos dejó probar el arroz que habían cocinado. Es la otra cara de Mauritania, donde a pesar de su pobreza, las personas comparten lo poco que tienen.”



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