logo
 
cr
  [+] Informe de situación
linea
  [+] Un plan necesario
linea
  [+] Trabajo en equipo
linea
  [+] En primera persona
linea
[+] Un reto común
linea
linea
[+] Cruz Roja TV tv
linea
  Informe   La vulnerabilidad ante el empleo   Estar en desventaja   Con otra mirada   Opiniones  
 

 
Desigualdad, desventaja, discriminación… algo más que palabras.
 

 

En una sociedad como la actual, el trabajo es un medio de obtener ingresos, pero también es la forma de integrarse y participar en la sociedad. Aunque es un derecho universal, el trabajo no es igual de accesible para todas las personas. Vivimos en un modelo económico que genera desigualdades y esto coloca a muchas personas en situación de desventaja social, también a la hora de acceder a un empleo. En Cruz Roja trabajamos para promover la igualdad de oportunidades y para que quienes se encuentran en esta situación de desventaja puedan acceder al mercado laboral en igualdad de condiciones.

 
 
 


Aunque no siempre somos conscientes de ello, los grandes procesos macroeconómicos y socioeconómicos están presentes, de forma más o menos abierta, en nuestro entorno más cercano y, lo que es aún más importante, tienen consecuencias “a nivel humano”.

Un claro ejemplo es la globalización económica, cuyas características repercuten en la definición del mercado de trabajo y en los procesos derivados de la desigualdad social y económica.

La globalización implica una hegemonía del capital financiero, en la que el capital se desplaza a gran velocidad en un mercado mundial abierto las 24 horas del día. Sin embargo, en muchos casos, este capital no se invierte en generar riqueza, sino renta. La consecuencia es que algunos grupos minoritarios consiguen grandes beneficios mientras un gran número de personas viven en situación de dificultad social y económica, cuando no de pobreza o de extrema pobreza.

La globalización se acompaña de procesos como la inestabilidad financiera, la preponderancia de unos valores sociales y conductas cada vez más orientados a unos estándares de consumo y nivel de vida sólo accesibles a una minoría y también de cambios en la organización social y en la estructura económica del empleo. En este ámbito en concreto, la globalización ha supuesto cambios en la relación personas/trabajo: mayor desprotección social por la fuerza del mercado, mayor precariedad laboral y una rápida descualificación, sobre todo de las personas desempleadas o las que ocupan puestos de trabajo de baja cualificación, ya que ni unas ni otras pueden estar al día de la evolución de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, factor ahora de mayor importancia que la producción de mercancías.

Aunque ningún fenómeno económico es totalmente negativo y la globalización ha facilitado oportunidades de desarrollo económico en algunos países no desarrollados, existe un consenso general acerca de que este modelo socioeconómico ha resultado ser excluyente, selectivo y generador de desigualdad.


 


En relación al empleo y el mercado de trabajo un elemento a tener en cuenta, desde el punto de vista de la igualdad de oportunidades, es la diferente realidad de hombres y mujeres. En nuestro mundo, “lo masculino” es el modelo de referencia y esto hace que las mujeres tengan que hacer frente a barreras y dificultades extras con respecto a los hombres. Por ejemplo, continúa vigente la división sexual del trabajo, que reserva a la mujer el trabajo asociado al ámbito doméstico y familiar, un trabajo lleno de tareas que, en la mayoría de los casos, se ignoran, son invisibles para quienes no las realizan y a las que la sociedad no concede ningún valor.

Cuando trabajan fuera de casa, las mujeres se incorporan a un modelo de organización social y laboral diseñado por y para los hombres. Esto tiene como consecuencia, entre otras, una participación de las mujeres en el mercado de trabajo significativamente inferior a la de los hombres, y una participación que no se produce en condiciones de igualdad respecto a la de los hombres:

- Las responsabilidades familiares y domésticas siguen siendo asumidas, en buena parte, por las mujeres.

- La división sexual del trabajo merma las posibilidades de las mujeres para participar activamente y de manera continuada en el mercado laboral.

Buena parte de las mujeres trabajadoras se concentran en actividades derivadas de su rol de género y en trabajos con alto grado de precariedad.

- Su trayectoria laboral suele ser en zig-zag, según las necesidades familiares y, en muchos casos, aunque la mujer trabaje, sigue dependiendo económicamente del marido.

En la práctica todos estos factores tienen como consecuencia una mayor desprotección en temas de desempleo y jubilación.


 


Las desigualdades sociales, están en la base de una serie de procesos que, en último término, pueden conducir a la exclusión social.

Si tiene carácter económico, la desigualdad implica para la persona que la padece una situación de desventaja. Si esta desigualdad tiene un carácter social puede conducir a una situación de discriminación. Desventaja y discriminación colocan a una persona en situación de dificultad, la hacen vulnerable social y laboralmente. Y esta vulnerabilidad social puede, a su vez, acabar transformándose en exclusión.

La relación dificultad social – vulnerabilidad – exclusión social, se hace aún más intensa en función de cuatro variables: el sexo, la edad, el origen, y la clase social, y de sus diferentes combinaciones. Todavía en nuestra sociedad, las mujeres, las personas mayores de 45 años, las personas inmigrantes y las personas desfavorecidas socioeconómicamente han de recorrer un camino más largo hacia la igualdad de oportunidades.

 


La discriminación se asienta sobre una serie de mecanismos sociales que, de forma más o menos abierta, suelen ser mantenidos y reproducidos por el discurso y la percepción social que existe respecto a una persona o a un determinado grupo o colectivo. Mecanismos como los estereotipos y prejuicios (“las mujeres no están capacitadas para los puestos de responsabilidad…”), la culpabilización de la víctima (“están así porque quieren…”), la búsqueda de “cabezas de turco” (“los inmigrantes agotan los recursos sociales”), la desconfianza social (“la persona que comete un delito, siempre será delincuente…”) o la misma negación de la existencia de la discriminación, son barreras que hacen más difícil la inserción social de las personas en situación de desventaja social, lo que aumenta su condición de vulnerables y, por lo tanto, su riesgo de exclusión social.

En el ámbito laboral, la discriminación puede presentarse en todas las fases de las relaciones laborales: desde aquella que está presente en una oferta de empleo hasta la que dificulta la promoción de personas ya empleadas por pertenecer a un determinado grupo social, pasando por la presencia de aspectos discriminatorios en los procesos de selección.



A través de sus iniciativas de inserción laboral para personas en dificultad social, Cruz Roja trabaja para que la desventaja y la discriminación estén cada vez menos presentes en nuestra sociedad y en nuestro mercado de trabajo. Para que la igualdad de oportunidades sea cada día más una realidad. En definitiva para que entre todos y todas avancemos hacia una sociedad más justa y cohesionada.


El Observatorio del Plan de Empleo de Cruz Roja para colectivos vulnerables
 
 
 
[+] Iniciativa Estamos Aquí [+] www.icrc.org [+] www.ifrc.org [+] legal