Según estimaciones, cada año, el saneamiento y la higiene deficiente, así como el agua contaminada, se cobran la vida de 1.500.000 menores de cinco años. Mejorar las instalaciones sanitarias permitiría reducir un tercio la mortalidad infantil relacionada con la diarrea. Si a ello se suma la promoción de medidas de higiene, tales como lavarse las manos, dicha mortalidad podría disminuir en dos tercios. Además, esa mejora contribuiría a acelerar el desarrollo económico y social en aquellos países donde el saneamiento precario es una de las causas principales de la pérdida de días de trabajo y escolaridad por enfermedad.

El consumo de agua contaminada provoca diarrea, infección por parásitos intestinales y otras enfermedades relacionadas con el saneamiento que pueden causar discapacidad o ser mortales. La Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja y sus asociados centraron sus intervenciones en comunidades rurales y apartadas donde el acceso al agua potable es ínfimo. Esos esfuerzos abarcan la instalación y reparación de fuentes de agua para asegurar un abastecimiento inocuo. Esas actividades no se realizan aisladamente pues forman parte de una acción más amplia mediante la cual se mejora el acceso a instalaciones sanitarias apropiadas y se promocionan hábitos de higiene.

Los términos software y hardware suelen utilizarse para designar distintos elementos de un programa de agua y saneamiento y su significado se asemeja al que tienen en informática. Cuando se compra una computadora (hardware) es fácil entender que hacen falta programas, procedimientos y reglas para que funcione, esto último es lo que todos conocemos como software. En el sector de agua y saneamiento, hardware también se refiere a equipos e instalaciones (pozos, bombas, letrinas, etc.) mientras que la promoción de la higiene forma parte del software pues alude a los aspectos comunitarios de la intervención, es el “programa” que permite que la comunidad gestiones, utilice y asegure el mantenimiento de los sistemas sanitarios. La Federación Internacional adoptó la promoción de la higiene como componente software de sus proyectos de agua y saneamiento. Mediante las actividades en ese campo, ayudamos a los vecinos de las comunidades a organizarse y tomar decisiones sobre la gestión de las instalaciones (por ejemplo, quién pagará las reparaciones); también les instruimos sobre el funcionamiento y el mantenimiento de las mismas (por ejemplo, uso, limpieza y reparación elemental de sanitarios), y promovemos un cambio duradero de hábitos de higiene tales como lavarse las manos.

El número de proyectos a largo plazo identificados desde el lanzamiento de la IMAS en 2005 y, particularmente en 2007, aumentó y asciende a 27 en total, repartidos entre África, Asia y el Caribe. La IMAS está cumpliendo con su objetivo en lo que respecta a ese plazo de 10 años (2005-2015), puesto que, de los 150 millones de francos suizos que se entendía movilizar, ya se recaudaron 60 millones. La mayoría de los proyectos está aún en las primeras etapas de ejecución, lo que redunda en una menor proporción de gastos en relación con los fondos recibidos. A medida que se vayan asentando (la duración de la mayoría oscila entre tres y cuatro años), se prevé un aumento del índice de gastos y la repercusión de los proyectos.

Todos y ninguno, quizás resumidos en el seguimiento del día a día de los acontecimientos de Darfur.

Aquellos en que la actividad programada consigue realizarse: distribuir mantas entre desplazados sin refugios adecuados, hacer operativas clínicas de salud en los campos de desplazados o terminar la construcción de servicios de agua para las comunidades más vulnerables.

Sudan es un país de múltiples culturas, credos y etnias así como de muy complejas relaciones entre ellas. Las diferencias culturales como tales no suponen en sí un problema sino una continúa oportunidad de aprendizaje sobre “lo distinto” o sobre la “distinta realidad del otro”. Sólo la cada vez mayor politización de esa diversidad cultural (entre lo occidental y el mundo árabe/musulmán) puede suponer una dificultad en cómo (tal que occidentales) somos realmente percibidos.

Me encanta España y Europa, y me encantaba mi vida allí. Aún así, me gusta más aún vivir el trabajo de cooperación que he podido hacer durante estos años viviendo fuera de casa. Cuando me encuentre sin más fuerzas para seguir, volveré encantado a esa “vida tranquila”. Creo, sin embargo que en nuestro caso como trabajadores humanitarios, la seguridad en sí es siempre relativa, depende de cómo y dónde la percibamos, de cómo nos enfrentemos a ella y sobre todo, de cuanto saboreemos el trasgredirla con el fin de alcanzar las metas buscadas.