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Agua y salud son dos términos inseparables, hasta el punto de que la salud de una población puede tomarse como el indicador definitivo del éxito o fracaso del desarrollo y gestión integrados de los recursos hídricos. |
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La situación actual habla por sí sola: 1.100 millones de personas mueren al año por enfermedades relacionadas con la falta de acceso a agua de calidad. |
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Esta carencia conlleva problemática diversa: las personas consumen agua no potable, con parásitos y sustancias nocivas, y muchas veces estancada, el hábitat ideal para insectos portadores de virus, como el mosquito y la mosca tsetsé; además, la dificultad para acceder al agua suele ir ligada a una falta de sistemas de saneamiento adecuado y supone deficiencias en la higiene. |
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En estas condiciones, las personas viven permanentemente en un ambiente malsano, expuestas a múltiples enfermedades. Esta falta de salud generalizada de tantos individuos es un gran lastre para el desarrollo de estas comunidades y del país en general. |
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Controlando los factores causantes de la situación se puede frenar de manera significativa la transmisión de diarreas, paludismo, , dengue, esquistosomiasis y otras infecciones gastrointestinales. |
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En un área de actuación personal, existen medidas tan sencillas como lavarse las manos con agua y jabón, gesto que puede reducir dos tercios de los casos de diarrea. O contar con mosquiteras tratadas con insecticidas. |
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En un ámbito más amplio, el argumento de la salud puede alentar a estas comunidades a que adopten y con su conservación, la vía para conseguir ecosistemas con menos riesgos para la vida humana. |
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Indiscutiblemente, el acceso al agua de calidad es una clave poderosa. Esa es la causa de que Cruz Roja haya lanzado una campaña, H2YO, que acoge todos sus , y de que este aspecto se haya convertido en elemento transversal de prácticamente todas las actuaciones de Cruz Roja.
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