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La constancia como un reto |
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En los numerosos donde desarrollamos nuestros proyectos de agua y saneamiento, nuestra filosofía siempre es la misma: preferir los sistemas más cercanos al uso y costumbre de la población, por encima de tecnologías más novedosas.
Si las soluciones utilizadas por las comunidades beneficiarias han demostrado su eficacia y sostenibilidad, ¿por qué prescindir de ellas? Al adoptarlas, estamos favoreciendo la implicación de estas personas, así como también que su mantenimiento futuro sea más fácil y económico. De esta manera, en preferimos un sistema de canalización por gravedad, en vez de pozos. Y en o , se construyeron los tradicionales hafires, grandes balsas que, ubicadas en zonas donde confluyen los torrentes, albergan miles de metros cúbicos de agua de lluvia.
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Cuando trabajamos aspectos de agua y saneamiento nuestra visión es a medio y largo plazo, porque la trascendencia del acceso al agua es tal que planificamos nuestras actuaciones para que supongan una apuesta irreversible por el progreso de la comunidad.
Este es el motivo de construir los nuevos sistemas pensando en su sostenibilidad, que sigan funcionando cuando ya no estemos, ya sea por la energía utilizada -solar, en algunos casos-, o por la correcta gestión y mantenimiento de la infraestructura por parte de los beneficiarios. Por eso creamos comités de agua, impartimos talleres de capacitación para el uso y conservación del sistema y formamos en hábitos de higiene.
6 km diarios es la distancia media que recorren las mujeres en Asia y África para proveerse de agua.
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Por nuestra experiencia hemos podido comprobar qué supone para una comunidad mejorar su acceso al agua de calidad y sus sistemas de saneamiento. De ahí que Cruz Roja pusiera en marcha en 2005 la Iniciativa Mundial de Agua y Saneamiento (IMAS), que tiene como objetivo proporcionar agua y saneamiento a 5 millones de personas desde su inicio a 2015.
África, Asia y el Caribe acogen los 27 proyectos que ya están en pleno desarrollo, aunque aún en los primeras fases de ejecución.
Nuestra iniciativa coincide con los Objetivos para el Milenio dictados por la ONU. Es necesaria la movilización de toda la comunidad internacional para alcanzar una meta tan ambiciosa como esperanzadora.
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Unas malas condiciones de acceso a agua y saneamiento son la principal causa de muchas de las muertes y enfermedades que sufren los en desarrollo, en especial los africanos. No podemos sentarnos y lamentarnos ante cifras como las que acompañan a la malaria, que infecta cada año a 400 millones de personas, más aún cuando actuaciones simples pueden reducir significativamente su incidencia.
Está demostrado que podrían evitarse 1,7 millones de muertes anuales extendiendo el acceso seguro al agua de calidad, el saneamiento y la higiene. Simplemente lavarse las manos con agua y jabón, podría reducir a la mitad las muertes por diarrea. Y sencillas mosquiteras impregnadas de insecticida son una protección segura frente a la malaria.
En Cruz Roja queremos contribuir a reducir las cifras a cero, por eso completamos las construcciones de sistemas con actuaciones de sensibilización sobre higiene y distribución de mosquiteras.
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