En esta ocasión contamos con una colaboración del Dr. Gonzalo Mora
Especialista en Traumatología,
Cirugía Ortopédica y Medicina Regenerativa
Cuidados para las personas cuidadoras: consejos para evitar lesiones
Las personas con alguna dependencia tienen unas limitaciones en las actividades de su vida diaria como vestirse, moverse o caminar, y que requieren de la ayuda de una persona para poder realizarlas.
Y estas personas cuidadoras, en muchas ocasiones son las más olvidadas, ya que centran toda su atención en el cuidado de las personas dependientes olvidando, con frecuencia, sus propios cuidados.
Las lesiones más comunes se dan en hombros, columna y codos.
El deber de los profesionales de la salud es informar a las personas cuidadoras del riesgo de sufrir lesiones durante el cuidado de personas dependientes y aportarles consejos para que no las sufran.
¿Cuáles son las lesiones más frecuentes que sufren quienes cuidan?
De forma habitual, las lesiones musculo-esqueléticas se producen en la movilización o transferencia de pacientes. Las regiones del cuerpo que más se lesionan suelen ser los hombros, la columna lumbar y los codos.
La lesión más frecuente es la rotura o desgarro parcial de los tendones del hombro, o también llamados tendones del manguito rotador. Estas lesiones resultan muy dolorosas especialmente por las noches y producen una limitación en la movilidad de nuestro hombro. Inicialmente el tratamiento de estas lesiones debe ser conservador sin necesidad de cirugía y con ayuda fisioterapia para tratar el dolor y mejorar la movilidad y también, hoy en día, empleando terapias regenerativas como el plasma rico en plaquetas o las células madre.
Si no se tratan a tiempo, los tendones pueden llegar a romperse completamente y la solución pasaría por una cirugía de reparación de los mismos lo que conlleva tiempos de recuperación mucho más largos.
Una de las lesiones más frecuentes es la sobrecarga facetaria lumbar. Las facetas lumbares son unas pequeñas articulaciones que se encuentran en la parte posterior de las vértebras y que se afectan, principalmente, cuando existe una sobrecarga de trabajo lumbar. Habitualmente dan síntomas de dolor intenso en la zona lumbar o hacia los glúteos, que en algunas ocasiones irradia hacia las piernas.
Otra de las lesiones más frecuentes es la hernia discal. Nos referimos a hernia discal cuando alguno de los discos, que son los amortiguadores entre las vértebras, se abomban, se rompen y expulsan su contenido intradiscal pudiendo comprimir alguno de los nervios que bajan hacia las piernas. Los síntomas característicos producidos por una hernia son dolores de inicio lumbar que se irradian por una o ambas piernas produciendo hormigueos, pérdida de sensibilidad y en ocasiones pérdida de fuerza en las piernas.
En ambos casos existen alternativas no quirúrgicas de tratamiento siempre y cuando no existan compromisos de las raíces nerviosas que provoquen una importante pérdida de fuerza.
La lesión más frecuente es la lesión tendinosa en el epicóndilo (el hueso que sobresale en la cara externa del codo) o más conocida como lesión del ¿codo de tenista¿. Esta lesión se produce generalmente por movimientos de tracción, en ocasiones bruscos, pero sobre todo por movimientos repetitivos. Los síntomas principalmente son dolor al mover el antebrazo y la muñeca ya que varios de los músculos que realizan esos movimientos se insertan en el epicóndilo. Este dolor, en ocasiones, se irradia hacia la muñeca y dedos.
Al igual que en el hombro, estos tipos de lesiones empeoran con el tiempo si no son tratados pudiendo convertirse en desgarros o roturas parciales de los tendones. Existen alternativas no quirúrgicas de tratamiento mediante terapias regenerativas.
Es muy importante realizar medidas para reducir la posibilidad de lesionarnos
Con el objetivo de reducir la posibilidad de que la persona cuidadora se lesione es necesario:
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Hacer partícipe a la persona a la que se cuida y animarle a que realice por sí misma los diversos movimientos en la medida que le sea posible, facilitándole un punto de apoyo que la propia persona cuidadora. En definitiva, ayudar solo en lo necesario. De esta forma nosotros no realizaremos todo el esfuerzo y evitaremos la sobrecarga en los músculos, tendones y articulaciones.
Este artículo está elaborado por el Dr. Gonzalo Mora
Especialista en Traumatología,
Cirugía Ortopédica y Medicina Regenerativa