Toda comunidad humana está obligada a asegurarse el acceso a un recurso tan valioso e imprescindible como el agua. Y esa necesidad puede generar conflictos. Hay que tener en cuenta que, por ejemplo, el 40% de la población mundial depende de sistemas fluviales compartidos por dos o más países. Existen incluso naciones que sólo cuentan con agua originada fuera de sus fronteras.
Ante situaciones de este tipo, el derecho internacional no ofrece mucha ayuda de momento y el agua termina siendo motivo de conflicto o de negociación. Si el país de aguas abajo es más débil es difícil que estalle un conflicto, pero si es más poderoso es posible que recurra a la fuerza para establecer derechos sobre ella.
Si ya de por sí es un tema problemático, aún más en momentos de escasez. Y esa es la realidad a la que estamos abocados actualmente, a causa del cambio climático y de un consumo de agua como nunca antes se había alcanzado. Si seguimos con el actual crecimiento del consumo, en 25 años el ser humano utilizará más del 90 % del agua dulce disponible en el planeta.
Las soluciones para dar respuesta a esa demanda han generado nuevos conflictos, ya que han significado un impacto medioambiental enorme en muy poco tiempo. De las 45.000 grandes presas que existen actualmente, en 1950 sólo había 5.000. En sólo cinco décadas, ríos que desembocaban en humedales van dejando, a causa de presas y desviaciones, su caudal por el camino, llegando casi secos al mar. Un caso extremo es el río Colorado en EEUU, cuyo delta era conocido por su fertilidad y ahora desaparece en el desierto antes de llegar a la costa.
Las intervenciones en los cauces de los ríos cambian inevitablemente los ecosistemas más próximos, con la pérdida de especies animales y vegetales autóctonas y la desaparición de medios de vida de algunas comunidades, como en el caso de los humedales.
Otro elemento de polémica es la creciente privatización del agua. El Banco Mundial aconseja su privatización como cualquier bien económico, y cada vez hay más cantidad de agua dulce en manos de grandes compañías privadas.
La amenaza de no poder acceder al agua que todo ser humano necesita, o de no poder pagarla, se va concretando cada vez más. La Naciones Unidas auguran un futuro muy próximo con grandes migraciones debido a las sequías. Y en España la tensión y conflicto entre diferentes zonas del país por el derecho al agua es noticia recurrente en los medios.
Respetar y no contaminar el agua que nos queda, así como su entorno, y estudiar formas más equitativas de gestión son las medidas a adoptar para hacer frente a esta situación. , como “Moviéndonos por los ríos” y “Moviéndonos por el agua”, trabajan conforme a esas premisas, con intervención sobre el terreno para restablecer la riqueza natural y acciones de sensibilización para crear un voluntariado medioambiental, fomentar el ahorro de agua y promocionar una conciencia global del uso de este recurso.
|